He seguido puntualmente la trayectoria literaria de mi compañero Javier Ors con verdadera admiración. Ya como periodista cultural desde las páginas de La Razón destaca sobremanera dentro de un ámbito en que parece que la prensa se va empobreciendo de estilo, ideas y atención a banalidades. Pero Ors tiene la visión dada vez más escasa de la autoexigencia artística. Me fascinó su debut narrativo, Los años asesinos, que comenté en este blog, en el que también contestó a la entrevista capotiana; más tarde, publicó un estupendo libro de relatos, Un tiburón en la piscina, y ahora vuelve a sorprender retándose a sí mismo con una obra que juega con las cuerdas de un cuadrilátero de boxeo y el concepto musical del cuarteto.
Fiel a su impulso narrativo de desafiarse a sí mismo, Javier Ors sube al ring a por todas, y gana por K.O. Mantiene un pulso narrativo álgido durante todos los rounds, por medio de cuatro historias donde se respira el ambiente hediondo, cruel, traicionero que tan bien ha recreado la literatura y el cine: combates, codicia de dinero, entorno barriovajero... En la "Primera cuerda: Black Ray", conocemos la historia de un boxeador y trompetista negro en un Nueva York en blanco y negro, racista y criminal. En la "Segunda cuerda: el zurdo", en el Madrid de los años ochenta, un púgil arrogante cae en la más absoluta decadencia. En la "Tercera cuerda: camino de vuelta", otro boxeador queda atrapado en las garras de un conflicto bélico en lo que es una tragedia basada en la vida real de un catalán que llegó a ser campeón de Europa. En la "Cuarta cuerda: Johnny Bianco", se dan una polifonía de voces para urdir un argumento en torno a un boxeador, un gánster y una femme fatale.
Cuarteto de cuerdas (editorial Berenice) se añade a la rica tradición de literatura pugilística, desde una estructura valiente, con cuatro novelas cortas concebidas con puntos de vista cambiantes y tonos estilísticos diversos. Hace unos pocos días, en La Razón se le hizo una entrevista a Ors donde explica ciertas claves de un libro que viene a confirmar la magnífica y ascendente trayectoria narrativa de un autor que tengo la dicha de contar entre mis amigos.
