domingo, 5 de febrero de 2017

Entrevista capotiana a Antonio Manuel

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio Manuel.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La vida.
¿Prefiere los animales a la gente?
Si el animal es carnívoro y tiene hambre, prefiero la gente. Pero si la gente es necia, quizá prefiera estar solo.
¿Es usted cruel?
Cruel es quien hace daño a sabiendas. ¿Y usted?
¿Tiene muchos amigos?
Sí. También amigas.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que no sean crueles.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sólo se decepciona el que espera del otro. Yo no espero de mis amigos y amigas nada más que sentirlo adentro.
¿Es usted una persona sincera? 
Siempre que no corran peligro las personas o las cosas que amo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Dejándome vivir.
¿Qué le da más miedo?
La infelicidad consentida.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que se tolere una injusticia. Y que se criminalice a quien la denuncia y no a quien la comete.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
La creación es un virus que tengo instalado en el genoma. Va conmigo donde quiera voy. Poco importa la forma que adopte. Me temo que no podría evitarlo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Corro de vez en cuando, pero nunca a solas. Como un hecho social. Y siempre hablando. Creo que es muy sano eso de correr y hablar a la vez. La palabra y el corazón marcan el ritmo.
¿Sabe cocinar?
Para sobrevivir.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A cualquiera de los héroes anónimos que aún siguen desaparecidos en las cunetas.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Sinceramente, creo que esperanza. Es el gerundio en femenino del verbo esperar. Y mientras se espera, todo es posible.
¿Y la más peligrosa?
Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí. A mí mismo. Y me arrepiento.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy un firme defensor de la diversidad como contexto, de la memoria y la libertad como esencias del ser humano, de la justicia social como utopía posible, de la laicidad como mar en calma donde puedan navegar todas las creencias y no creencias, y de la radical democracia como caja de resonancia de los más débiles. 
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Aire. Nadie.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Tener el alma entumecida de tanto darme por las causas en las que creo.
¿Y sus virtudes?
Tener el alma entumecida de tanto darme por las causas en las que creo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Debo ser un clásico para estas cosas de la muerte. Sin duda, mis hijos, mi esposa, mis padres, mis hermanos y así, en este orden, todas las personas que he amado en mi vida hasta sentirme encharcadas las córneas.

T. M.