viernes, 26 de enero de 2018

Entrevista capotiana a José Manuel Díez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Manuel Díez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Creo que siempre he vivido en un lugar del que no puedo salir: mis pensamientos.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero las personas a la gente.
¿Es usted cruel?
Sólo cuando es estrictamente necesario. Y casi exclusivamente conmigo mismo.
¿Tiene muchos amigos?
En cuestiones de amistad siempre me ha interesado más la calidad que la cantidad. ¿Sería poco tener un solo buen amigo?
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco cualidades, sino sensaciones. La sensación de comprender y sentirme comprendido podría ser una. La sensación de autenticidad compartida podría ser otra.¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Los buenos, no.
¿Es usted una persona sincera? 
Soy una persona. El adjetivo en este caso, como en tantos otros, empequeñecería al sustantivo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No suelo tener tiempo libre. Y en caso de tenerlo, ¿ocuparlo no significaría perderlo?
¿Qué le da más miedo?
La muerte de seres queridos. La muerte de la poesía en el mundo. La muerte de la utopía en la totalidad de las almas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza que casi nadie se escandalice ya por casi nada.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
¿Y quién le ha dicho que yo he decidido ser escritor? Tampoco decidí nacer. Uno jamás decide sobre lo fundamental de la vida.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sexo. Preferiblemente en equipo.
¿Sabe cocinar?
Lo básico para no morir de hambre. Es decir, no.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
La persona más inolvidable que he conocido fue mi abuela Cecilia, pero no le daría ese gusto a los lectores del Rider´s Digest.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
La palabra más esperanzadora a la que podemos aspirar es la palabra Paz.
¿Y la más peligrosa?
La palabra Dios, puesta en boca de tantos necios, siempre me ha parecido muy peligrosa.¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Alguna vez. Y no solo literariamente.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Más zurdo que diestro. Menos monárquico que republicano. Demócrata en mi cama.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Sería niño. Eternamente niño.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Sólo hay tres cosas que trato de hacer todos los días de mi vida: comer, leer y escribir. Podría ser un buen resumen.
¿Y sus virtudes?
Todas, si las hay, se podrían resumir en una: soy buena persona.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Después de muchos años de ensayo y error, he encontrado una imagen real, aunque seguramente fuera de ese sistema clásico: cada vez que siento que me estoy ahogando, me pongo a cantar.
T. M.