jueves, 8 de febrero de 2018

Crítica a Flaubert



En 1978, Jean Améry tiene sesenta y cinco años y decide, en Salzburgo, por medio de una dosis de barbitúricos, suicidarse dejando tras su acto «una interpretación nebulosa», tal como lo definió su amigo Primo Levi. Con éste, que también se quitaría la vida, había coincidido en el campo de concentración de Auschwitz, de 1943 a 1945, después de una trayectoria personal marcada por su huida a Bélgica, en 1938, tras la anexión de Austria por Alemania. Pues bien, pocos meses antes de tamaña decisión, el ensayista y narrador que tan bien conocemos gracias a libros como “Levantar la mano sobre uno mismo” o “Más allá de la culpa y la expiación”, publica “Charles Bovary, médico rural. Retrato de un hombre sencillo” (traducción de Marisa Siguan y Eduardo Aznar), que de repente se me antoja su mejor libro, una imbricación formidable de lectura flaubertiana y ejercicio metaficticio.

Ya avisa Siguan en la introducción sobre el hecho de que Améry “utiliza la tradición literaria también como sustrato de su propia escritura, incluyendo constantemente referencias y camuflando citas”; así, usa personajes literarios como si fueran seres humanos para hablar de su propio sufrimiento, lo que da como resultado que sea “imposible distinguir entre sí los géneros literarios, diferenciar el ensayo de la autobiografía y ésta de la reflexión filosófica y literaria”. Y el mejor ejemplo de tal cosa es este texto sensacional, compuesto por cuatro monólogos y dos ensayos, en el que pone a hablar al médico que ama a Emma Bovary pese a ser engañado por ella y lamenta su muerte como el más leal de los maridos.

El lector, por así decirlo, lee un complemento de “Madame Bovary” desde el punto de vista de este “pobre Charles Bovary, un hombre privado de todo, del amor, de la amada, de los bienes”, dice Améry, que se burla del personaje por favorecer los engaños de Emma y lo tilda tanto de buena persona como de “memo”. De tal manera que estas observaciones se convierten en críticas a un Flaubert que puso en su novela diversos asuntos inverosímiles si nos atenemos al sentido común.

Publicado en La Razón, 1-II-2018