lunes, 9 de abril de 2018

Entrevista capotiana a Fernando García Pañeda

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Fernando García Pañeda.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En algún pueblo pequeño y recóndito a orillas del Mediterráneo, me daría igual que fuera en Almería, en la isla de Pafos o en el norte de Chipre.
¿Prefiere los animales a la gente?
Por regla general, a primera hora de la mañana estoy con la gente; para cuando se pone el sol, prefiero a los animales. En todo caso, prefiero a mi gente.
¿Es usted cruel?
Sí, pero sólo con los que son crueles. Con ellos soy talión puro.
¿Tiene muchos amigos?
Muy pocos. Con una mano me sobran dedos para contarlos. Soy afortunado.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Las mismas que ofrezco yo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, en absoluto. Son muy pocos, pero amigos verdaderos.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, por forma de ser más que por voluntad. Sólo falto a la verdad si ésta es dolorosa.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
En la creación no hay tiempo libre, pero robo unas cuantas horas entre semana para trabajar por cuenta ajena y ganarme el sustento.
¿Qué le da más miedo?
La desmemoria, que para mí es como el vacío absoluto.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El tropezar con la misma piedra una y otra vez a pesar de las inmejorables condiciones para no hacerlo, a pesar de haberse allanado y pulido el camino… ¿cómo es posible que se busquen las piedras para tropezar? No me escandaliza tanto el lado oscuro como el lado estúpido de la condición humana.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No concibo una vida sin creatividad. ¿Qué habría hecho? Como diría Rulfo, iría día a día muriéndome a ratos por ahí…
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Todos los que puedo. Deportes de invierno y verano. Un vicio adquirido desde la infancia y del que es muy difícil salir.
¿Sabe cocinar?
Sí, cocina casera y tradicional, sobre todo de olla y cuchara.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A mi padre, un ciudadano del mundo poliédrico e inabarcable, que merece una verdadera novela biográfica.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Humanidad, que es lo único que puede salvar a la humanidad.
¿Y la más peligrosa?
Codicia, el origen de todos los males actuales (y supongo que también pasados y futuros).
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Me acojo a mi derecho a no declarar.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Jacobino radical.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No me cambio por nada ni nadie, a pesar de (¿o gracias a?) mi cúmulo de imperfecciones y deficiencias.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Ah… ¿no se llaman costumbres?
¿Y sus virtudes?
La constancia y la resistencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No sé si responderían en mi caso al esquema clásico, con lo caótico que soy en mis recuerdos. Sé que, por encima de todo, estarían los momentos en que vi nacer a mis dos hijos, grabados a fuego vivo. Luego habrá mar y más mar. Un beso inacabable. Azul. Páginas pasando… No sé. De momento, respiro.
T. M.