viernes, 4 de mayo de 2018

Entrevista capotiana a María Fernanda Ampuero


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de María Fernanda Ampuero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una casa desde la que se pueda ver el mar. Y con conexión a internet.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende de qué animales, depende de qué gente.
¿Es usted cruel?
Tengo todo el potencial del mundo para serlo.
¿Tiene muchos amigos?
No.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
El humor, la inteligencia, la ternura, la solidaridad con los desprotegidos.   
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sí. Esperar demasiado de la gente es uno de mis más horribles defectos. 
¿Es usted una persona sincera? 
Esto lo estoy contestando con mucha sinceridad.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
En horizontal, con el control remoto en la mano.
¿Qué le da más miedo?
Querer y que no me quieran.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Nada me escandaliza. Me horrorizan muchas cosas todo el tiempo, todo el día, ahí donde mire.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera gustado cantar profesionalmente.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Jajajajaja. No, pero debería. 
¿Sabe cocinar?
Sí.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Una niña siria en un campo de refugiados, una emigrante latinoamericana camino a Estados Unidos, una africana en la frontera española. Ojalá me lo encargaran. La prensa debería estar llena de estas historias. Debería caérsenos la cara de vergüenza. 
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Feminismo.
¿Y la más peligrosa?
Obediencia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No o sí, no sé. Con el tiempo olvido los odios. 
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo en esa izquierda de la que todos los políticos de izquierda hablan, pero que olvidan en cuanto asumen el poder.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un perrito muy querido por toda la familia.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Siempre quiero lo que no tengo. 
¿Y sus virtudes?
Cuando amo amo de verdad, con todo lo que soy.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Todas las personas que he amado riéndose a carcajadas de una gracia que les conté.
T. M.