jueves, 17 de mayo de 2018

Entrevista capotiana a Pilar Bellver


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pilar Bellver.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La Biblioteca Nacional. Haría ejercicio corriendo por sus largos pasillos y elegiría para sentarme a leer un rincón junto a un gran ventanal que diera a la calle para ver pasar las otras vidas.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a las gentes-mis-gentes, porque no son tan incondicionales mías como los animales-mis-animales. Las unas me critican y así aprendo; los otros no.  Observando a los animales también se aprende, pero menos, porque se aprende más con la crítica ajena que con la observación propia.
¿Es usted cruel?
No. Y hago militancia de no serlo. Recuerdo bien las pocas veces en que lo he sido y me arrepiento muchísimo. Hay frases que se marcan como cicatrices en los demás: más vale no ser tú quien las pronuncie.
¿Tiene muchos amigos?
Amigos tengo muy pocos. Amigas tengo alguna más.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
En las amistades, las cualidades no se buscan, se encuentran.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Los meros conocidos, sí, alguna vez. Porque hay gente especialista en el arte de las dos caras. Pero mis amigas de verdad no. Sólo una amiga me decepcionó una vez, pero ella era monja y yo adolescente, así que supongo que era de esperar.
¿Es usted una persona sincera? 
Eso tienen que juzgarlo las demás. Porque una nunca sabe si dice la verdad o dice algo que le gustaría que fuera cierto. Creo que se considera que lo soy.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Viajando y leyendo. Leyendo y viajando.
¿Qué le da más miedo?
La muerte de las personas a las que quiero. Mucho miedo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza que el machismo siga marcando la vida de las mujeres. Y que los seres humanos mueran de hambre. Y que los pueblos no sean soberanos. Y que se esté destruyendo el planeta. Nada original. Leer las noticias es un escándalo cada mañana.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Lo necesario para comer y lo que pudiera para denunciar las opresiones.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Escribir exige silla y estarse quieta muchas horas al día. Pero sí, me gusta jugar al tenis.
¿Sabe cocinar?
Y no se me da mal, según dice la gente educada que viene a casa.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Yo rechazaría el encargo. Pero entiendo que la pregunta pretende que dé el nombre de un personaje.  Bien, pues, dado el silenciamiento histórico, escribiría sobre una mujer, no le quepa duda.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Revolución.
¿Y la más peligrosa?
Totalitarismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Como primer impulso, nunca que yo recuerde. Pero, ojo, en segunda instancia, después de pensarlo bien, o de leer ciertos sucesos, muchas veces.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Quienes me leen lo saben. Pero, resumiendo, básicamente soy femista, atea, comunista (aunque esta palabra no se lleva y exige mucha exégesis: materialista, anticapitalista, antiracista, atiimperialista...). Y estoy procurando ser antiespecista.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
De no tener dinero: perra-flauta nómada con mochila. De tenerlo, viajera con alguna comodidad más. Pero viajera en todo caso.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Soy bastante aburrida en lo que se refiere a vicios. No bebo mucho, no me drogo, no soy promiscua...
¿Y sus virtudes?
Me niego a hablar de mis virtudes. Me parece muy feo. Incluso tenerlas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Estoy completamente segura de que no tengo ni idea. Pero, si llegara el momento, intuyo que no serían imágenes muy significativas para mí. Porque mi cabeza va a su aire y rara vez le da importancia a las mismas cosas que yo.
T. M.