domingo, 15 de julio de 2018

Entrevista capotiana a J. J. Armas Marcelo


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de J. J. Armas Marcelo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
No concibo esa situación, tampoco me la he planteado nunca. Soy un culo inquieto que viajó constantemente. Una vez, por motivos políticos, estuve sin poder salir en tiempos de Franco de la isla en la que nací y vivía y, en fin, fue una falta de libertad que no he olvido ni perdonado. Pero si, por otros motivos que no sean el de la libertad plena, me encontrara con esa situación me gustaría seguir viviendo en Madrid, una ciudad que me ha dado una visión del mundo muy abierta y universal. Madrid, entonces. Y ahora también.
¿Prefiere los animales a la gente?
No prefiero a ninguno de los dos. Prefiero a las personas que a la gente. La masa es irresponsable,  la gente se escuda en la gente para diluir su responsabilidad personal y no soporto esa situación. Claro, prefiero con creces a las personas que a los animales. No tengo duda.
¿Es usted cruel?
Puedo llegar a serlo en algunas cuestiones h situaciones excepcionales, o cuando no me queda otro remedio, pero por regla general no tengo esa condición, no es algo que pertenezca a mi carácter ni a mi temperamento. Ahora, sí reconozco que, a veces, soy cruel ante la estupidez y la imbecilidad, tan frecuente en nuestro tiempo.
¿Tiene muchos amigos?
Muchos, muchos conocidos, y bastantes amigos cercanos. En este sentido, salvo cuando algunos, que decían que lo eran, traicionan y eso no me he acostumbrado a mis años, 72 de día y 20 de noche, o sea 92 años de edad, ni lo soportaré nunca. Mis peores enemigos son algunos traicioneros que se hicieron pasar por amigos durante una temporada. Nada nuevo bajo el sol, mi amigo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La lealtad, la comprensión, el respeto mutuo y la complicidad cercana. Y claro, la inteligencia y la excelencia. Tengo amigos desde que tenía 10 años de edad, y otro muy cercanos, desde. Hace muy poco tiempo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
En algunas ocasiones, y eso se vuelve irreversible porque yo no he traicionado nunca, salvo por cuestiones de amor y sexo, ya me entiendes, amigo, en eso no soy diferente a nadie. Pero la traición, ni la olvido ni la perdono.
¿Es usted una persona sincera? 
Suelo serlo. Un día leí un execrable panfleto titulado "Contra la sinceridad" que, entre otros disparates, venía a decir que la sinceridad es de mala educación. Bueno, quiero decirte también que mi estética no me permite en ningún momento saltarme mi ética personal. Eso me trae muchos inconvenientes, porque digo y escribo mi criterio, aunque no me sea a mí conveniente. La falsedad me es detestable, tampoco la soporto.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, viajando, hablando, comiendo, durmiendo.
¿Qué le da más miedo?
Perder la memoria. Tengo una memoria privilegiada, lo reconozco, y a veces terrible, en el sentido del griego clásico. Hago gimnasia con mi memoria todo el tiempo y cuando se me olvida algún nombre no voy a mirarlo a internet, aunque pueda, sino que espero y lo busco en mis miles y miles de archivos que guarda mi memoria. En fin, sí, perder la memoria. Y la vista.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Sigue escandalizando la traición de los amigos. Y me asombra que el moño que llevamos dentro salga con tanta frecuencia a la realidad y provoque tantos desastres y tragedias. Somos más monos que humanos todavía.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Hubiera sido pintor, aunque llevaba carrera de futbolista. La pintura me parece algo sobrenatural, cuando es buena, y la prueba de que a pesar del moño que somos llevamos dentro un alma creativa que no es meramente animal, sino algo superior.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Ya poco. Hasta hace muy poco hacía bastante ejercicio, pero me ha caído encima el viejazo, como dicen los argentinos, y el viejazo es pereza, duda, comodidad, pausa completa, respiración lenta y tranquila. Esa es la vaina, qué le vamos a hacer.
¿Sabe cocinar?
Muy poco, pero me gusta que me cocinen bien, me gusta mucho la buena comida, la cuchara, todo, sobre todo la comida tradicional, tengo una gran memoria de mi paladar infantil. Hago bien los asados de carne y pescado, algunos platos, como el pollo a la piña agripicante, una maravilla con arroz blanco.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Jorge Semprún. A Vargas Llosa. A José Esteban o Caballero Bonald. A Carlos Barral. Todos han sido mis maestros de la vida y la literatura.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Libertad. Igualdad. Fraternidad.
¿Y la más peligrosa?
Tiranía, dictadura, sangre.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Bastantes veces, pero los ha matado la vida por mí. La vida es una maravilla.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy y me defino como un socialdemócrata radical. Primero la enseñanza pública, la sanidad pública y universal, y a los viejitos mucho respeto, pensiones dignas, cuidados y mimos institucionales. Soy federalista e internacionalista desde antes de hacer la Primera Comunión y odio casi hasta la irracionalidad a todo aquellos que sea nacionalismo, que haga de las patrias una superstición irracional.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Ya te lo dije, pintor. Y millonario, no para mí solo, mismo para resolver los problemas económicos de quienes me quieren y a los que quiero, que me rodean y demuestran el cariño y la lealtad que me es necesaria para vivir.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Bueno, soy muy vanidoso, muy protagonista a veces, esto lo estoy moderando de viejo, pero ese vicio, y el de escribir y leer, me ha ayudado mucho a vivir la vida en paz conmigo mismo.
¿Y sus virtudes?
Soy muy perseverante, cuando inicio un proyecto, literario o de cualquier otro género, me mueve el tesón de terminarlo, aunque soy muy paciente en esa lucha casi siempre fructífera. Las personas que me conocen saben que tengo mucha paciencia, aunque la gente tenga otra opinión, eso me da igual. La paciencia, la paciencia, esa madre importante que hace que el ser humano persevera y persevera, y fortalezca su voluntad. Tengo esa virtud, la paciencia, puede esperar quince o veinte años para algo que me he propuesto y lo consigo siempre con esa virtud: la paciencia, prima hermana de la perseverancia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Seguro, mis hijos y mis nietos. Mi vida, la gente que me ha querido, lo que he dejado de hacer y me prometí hacer en algún momento.
T. M.