sábado, 8 de septiembre de 2018

Paradojas rusas


Esta podría ser la continuación a un libro que Destino publicó en 2002, «Cartas europeas. Crónicas en “El Sol” 1920-1928», formado por crónicas desde Alemania de Josep Maria de Sagarra y otras de Josep Pla sobre Italia y Yugoeslavia; es decir, la mísera nación germánica invadida por el ejército inglés y la Italia que veía el nacimiento del fascismo. En medio de aquel tiempo, Pla haría otro viaje de grandes proporciones que reflejaría en “Viatge a Rússia el 1925. Notícies de l’URSS”, que incluiría en un volumen de sus obras completas en 1967. Marta Rebón ha traducido aquellos artículos encargados por el periódico “La Publicitat”: es un Pla como siempre observador y preciso, que escribe en la transición entre la muerte de Lenin, en enero de 1924, y la ascensión al poder de Stalin. 

El autor catalán, de veintiocho años, se entrevista con gentes tanto comunistas como anticomunistas, se queda embelesado con el Kremlin, y analiza todas las facetas de la sociedad, la vida laboral, la política, la economía o la cultura de un país de dimensiones inabarcables y un centenar de lenguas y dialectos. Viaja a Moscú, Nizh­ni-Nóvgorod y Leningrado, ve retratos de Lenin por doquier, se fija en la abun­dancia de librerías y llega hasta a admitir que el régimen es dicta­torial, “pero en sentido favorable al país”, para poco después decir que “la democracia, en el sentido verdade­ro de la palabra, está en muchas ciudades rusas per­fectamente realizada”. La serie de paradojas que presenta Pla aún hace más estimulante la lectura, que sutilmente se irá haciendo más crítica, con el “elemento aislador irresponsable y si­niestro, que es la burocracia”, con algún que otro asunto que “a nosotros nos pone los pelos de punta” y ver que, en realidad, sí hay allá clases sociales, pues los inscri­tos en el Partido comunista son “los seres privilegiados”. 

Publicado en La Razón, 6-IX-2018