Fue
una bendición que algunos rabinos acusaran a Philip Roth, con su debut –los
relatos agrupados en “Goodbye, Columbus”–, de practicar un autodesprecio judío
y de antisemitismo. Con tan sólo veintisiete años, obtenía polémica publicidad,
ganaba un premio nacional y era elogiado por colegas como Saul Bellow. Éste, en
una carta de 1982, se definía como «estadounidense, judío, novelista», lo que
también valdría para Roth, cuya mezcla de humor, judaísmo e
introspección psicológica con mucha vertiente sexual se enfatizaría con “El mal
de Portnoy” –fue la novela más vendida de 1969–, historia que contaba el
obsesivo pensamiento erótico de su protagonista, marcado por una madre
represiva y judía, mediante un monólogo a su psiquiatra.
De
alguna manera, este grueso volumen que engloba sus ensayos, entrevistas y
discursos, “¿Por qué escribir?” (traducción de Ramón Buenaventura, Jordi Fibla
y Miguel Temprano), es un cierre perfecto a su trayectoria al constituir una
revisión de lo que escribió, y sus porqués y consecuencias. De continuo, esos
aspectos, el disfrute del éxito y la trascendencia de “El mal de Portnoy”
acuden a las páginas mediante reflexiones propias o como parte de preguntas de
las largas entrevistas que se aportan, en las que Roth se explaya extensamente,
frente a otros escritores además como Joyce Carol Oates, en 1974.
Pero además conocemos la
vertiente periodística de un Roth siempre proclive a hacer amigos entre las
gentes de su oficio, y así habla con Primo Levi, I. B. Singer, Milan Kundera
–su querencia por la literatura checa se manifiesta desde el primer ensayo,
dedicado a Kafka– o Edna O’Brien. Por supuesto, también se asoman aspectos más
personales, pues no en balde eso también ha hecho correr ríos de tinta, en
especial por parte de Claire Bloom, la actriz inglesa de la que se enamoró
viéndola en la película de Chaplin “Candilejas” y con la que Roth pasaría una
etapa personal muy complicada, sufriendo “una depresión suicida” que lo
llevaría a ser ingresado en 1993 en una clínica psiquiátrica.
Personaje estrella
En “¿Por qué escribir?” no
esconde su entrega al psicoanálisis –«De no haber sido psicoanalizado no habría
escrito “El mal de Portnoy” tal como lo escribí»–, pero a la vez derriba su
mito diciendo que su vida ha estado consagrada a quedarse sentado escribiendo.
Obras como aquellas en las que el autor de Nueva Jersey se desdobló en su
personaje estrella, Zuckermann, que llegó a su cenit en los años noventa con la
“trilogía americana”, compuesta por las novelas “Pastoral americana”, “Me casé
con un comunista” y “La mancha humana”, de intenso trasfondo político, en torno
a la época del presidente McCarthy, y hasta abordando asuntos relacionados con
el terrorismo.
Son páginas en que aborda la narrativa de otros escritores
norteamericanos, como Mailer, Malamud, Salinger y, desde luego, Bellow; en que
se pregunta por la aparición de nuevos estereotipos judíos; vuelve una y otra
vez a Portnoy preguntándose por qué el escándalo y el éxito se dieron la mano
en él, y más adelante, cuarenta y cinco años después, se alegra y se asombra de
haber sido tan temerario; recuerda su Newark natal, cuando era un lugar muy
provinciano en los años treinta y cuarenta; cita con admiración opiniones de
Virginia Woolf; recuerda sus estancias en diferentes partes de Estados Unidos y
Europa, cómo vivió el ambiente en contra de la guerra de Vietnam o la situación
política en Checoslovaquia en los setenta, adonde acudió para convivir con un
grupo de escritores, periodistas, historiadores y profesores que estaban siendo
perseguidos por el régimen totalitario respaldado por los soviéticos…
Roth brilla en las entrevistas con inteligencia y un deseo de profundizar
en cada cuestión, como cuando habla de cómo empieza un nuevo libro, que es
siempre algo “desagradable”: “Redacto comienzos y son terribles, una parodia
más o menos inconsciente de mi libro anterior más que la escisión de este, que
es lo que deseo”. Es un Roth autoexigente e insatisfecho –también alude a las
“crisis” que le asolan al final de cada novela–, y no duda en escribir largas
cartas a Wikipedia para desmentir los numerosos errores de interpretación de su
obra (“Pastoral americana”, “Operación Shylock”, “La mancha humana”) que se
comete desde esta web. El texto aparecería en el blog del “New Yorker” en 2012,
y claro, ante la importancia del remitente que se dirigía a la famosa
enciclopedia en línea, ésta borró o corrigió los errores que citaba el escritor
que conquistó todos los premios importantes del mundo menos el Nobel.
Publicado
en La Razón, 11-X-2018