En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Silvia Coma.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En estos momentos de mi vida, tras haber publicado recientemente Pioneras, me quedaría en las Montañas Rocosas, cerca de algún manantial, donde
pudiera leer y deleitarme cada día con los ruidos de la naturaleza. Hay algo
salvaje y fascinante en esas tierras.
¿Prefiere los animales a la gente?
Me encantan los animales, pero prefiero la gente. Con un animal no puedes
hablar, dialogar ni discutir. Además, hay ciertos animales que me aterrorizan.
Por ejemplo, no puedo ni ver a una serpiente aunque esté a kilómetros de
distancia. Por ese motivo, he intentado enfrentarme a ellas en Pioneras, donde tienen un papel importante en la narración. Como decía Joan Didion:
«Si analizo algo, se vuelve menos aterrador. Yo crecí en el Oeste, y allí
siempre tuvimos una teoría que decía que la serpiente no te mordería si la
mantenías en tu campo visual. Eso se asemeja bastante a cómo me enfrento al
dolor. Quiero saber dónde está».
¿Es usted cruel?
¡De hecho, suelen decirme que soy un trozo de pan! Aunque en mis novelas sí
que aparecen personajes crueles; la crueldad forma parte de la humanidad.
¿Tiene muchos amigos?
¿Qué cantidad define muchos? Creo que es difícil tener muchos amigos,
aunque es relativamente fácil tener muchos conocidos. Lo importante es que
confío plenamente en los amigos que tengo, y eso es una suerte.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Supongo
que no busco ninguna cualidad en particular. Al final, en muchas ocasiones, los
amigos se cruzan en la vida por casualidad. Eso es precisamente lo que le
sucede a la protagonista de mi novela; tras haber perdido a su familia en una
masacre, se une a un grupo de buscadores que se dedican a rescatar cautivos de
las tribus indias. Esos hombres que la acompañan no tienen nada que ver con
ella y no podían ser más distintos los unos de los otros. Sin embargo, en ellos
descubre una nueva forma de entender el compañerismo y la vida. Esta es la idea
que tengo de la amistad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No,
porque los conozco e intento comprender sus particularidades. Intentar entender
al otro hace que las decepciones disminuyan.
¿Es usted una persona sincera?
Suelen decirme que sí. A veces, quizás demasiado.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo,
viendo películas, yendo a exposiciones, viajando a los lugares en los que
sucederán las nuevas historias que planeo escribir… Estos dos últimos años,
documentándome y escribiendo Pioneras,
han sido un disfrute continuo. El western,
como género, siempre me ha fascinado; ha sido apasionante sumergirme en las
vidas de las diferentes tribus de nativos americanos, encontrar testimonios de
cautivos de finales del siglo XIX que arrojaban luz sobre episodios
desconocidos, leer cartas y testimonios de mujeres que vivieron en el Salvaje
Oeste… En definitiva, podría pasarme meses y meses (si no años) documentándome
y aprendiendo sobre los temas que me interesan. ¡Es un vicio!
¿Qué le da más miedo?
La muerte. La soledad que trae consigo la pérdida puede ser demoledora. En Pioneras, ahondo precisamente en ese miedo, en ese terror de enfrentarse a una vida
que, de pronto, se queda sin pilares, sin fundamentos en los que sustentarse.
Al inicio de la novela, la protagonista debe enfrentarse a la pérdida de toda
su familia, una pérdida que no implica solo la desaparición de sus seres
queridos, sino el desvanecimiento de la infancia y de todo un mundo al que
nunca podrá regresar.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que
le escandalice?
Me
escandaliza que, todavía hoy en día, continúen existiendo los malos tratos a
las mujeres; que, día tras día, tengamos que leer en las noticias que se han
producido más agresiones por violencia de género y que, lamentablemente, parece
no tener fin. No me escandaliza, me horroriza.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar
una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Es algo
que nunca sabré. Desde que conservo la memoria, me visualizo escribiendo
historias, ya sean cuentos o, ahora, novelas. Cualquier otra respuesta sería
una ficción, una invención de mi propia imaginación. De hecho, la protagonista
de la novela aspira convertirse en periodista. En mi vida y en mis novelas,
todo va ligado a la escritura, de una forma u otra.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Después
de escribir y de permanecer sentada tantas horas, suelo hacer bicicleta
estática para aliviar el dolor de piernas. Aunque debo decir que lo hago a
niveles mínimos y con un libro siempre entre las manos. Me encantaría saber
montar a caballo, pero a estas alturas creo que eso ya no es posible.
¿Sabe cocinar?
Muy
poco… Me apasiona escribir sobre los olores de las comidas, pero apenas sé
cocinar. Aunque siempre me digo a mí misma que en algún momento debería
aprender.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos
sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Ahora
que estoy inmersa en el western, me
encantaría hablar de Pearl Hart, una de las bandidas más célebres del Lejano
Oeste que se convirtió en un icono feminista de la época tras pronunciar la
siguiente frase: «No
dejaré que me juzgue una ley que ha sido constituida sin la voz de mi sexo». A finales del siglo XIX, esta
reivindicación causó toda una revolución. Además de Pearl Hart, existieron
muchas otras figuras fascinantes como Belle Starr, Laura Bullion, Elinore
Pruitt Stewart, Calamity Jane, entre otras, de las que me interesaría escribir.
Creo que es fundamental conocer a nuestras antepasadas para comprender cómo
hemos llegado hasta el día de hoy.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más
llena de esperanza?
Sueño.
Soñar carece de límites y eso es una gran puerta a la esperanza y a la
imaginación.
¿Y la más peligrosa?
Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Nunca.
Eso es un crimen atroz.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy
humanista, demócrata y rechazo cualquier tipo de totalitarismo o fanatismo. La
política debería estar siempre al servicio de los ciudadanos, y no al revés,
como tristemente sucede a menudo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría
ser?
No me veo sin escribir o sin trabajar rodeada de libros en una editorial.
Solo le pido a la vida que me permita continuar escribiendo y leyendo mucho.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El cine
y la lectura, ¡a todas horas!
¿Y sus virtudes?
Me
cuesta mucho resaltar mis virtudes. Prefiero que las decidan los que me conocen.
Me parece más elegante y justo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes,
dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
En la
novela le sucede algo parecido a uno de los personajes. Lo primero que le viene
a la cabeza son los últimos momentos cálidos que vivió con sus seres queridos.
Y es probablemente lo que creo que me sucedería a mí.
T. M.