sábado, 8 de febrero de 2020

Entrevista capotiana a Silvia Coma


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Silvia Coma.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En estos momentos de mi vida, tras haber publicado recientemente Pioneras, me quedaría en las Montañas Rocosas, cerca de algún manantial, donde pudiera leer y deleitarme cada día con los ruidos de la naturaleza. Hay algo salvaje y fascinante en esas tierras.
¿Prefiere los animales a la gente?
Me encantan los animales, pero prefiero la gente. Con un animal no puedes hablar, dialogar ni discutir. Además, hay ciertos animales que me aterrorizan. Por ejemplo, no puedo ni ver a una serpiente aunque esté a kilómetros de distancia. Por ese motivo, he intentado enfrentarme a ellas en Pioneras, donde tienen un papel importante en la narración. Como decía Joan Didion: «Si analizo algo, se vuelve menos aterrador. Yo crecí en el Oeste, y allí siempre tuvimos una teoría que decía que la serpiente no te mordería si la mantenías en tu campo visual. Eso se asemeja bastante a cómo me enfrento al dolor. Quiero saber dónde está».
¿Es usted cruel?
¡De hecho, suelen decirme que soy un trozo de pan! Aunque en mis novelas sí que aparecen personajes crueles; la crueldad forma parte de la humanidad.
¿Tiene muchos amigos?
¿Qué cantidad define muchos? Creo que es difícil tener muchos amigos, aunque es relativamente fácil tener muchos conocidos. Lo importante es que confío plenamente en los amigos que tengo, y eso es una suerte.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Supongo que no busco ninguna cualidad en particular. Al final, en muchas ocasiones, los amigos se cruzan en la vida por casualidad. Eso es precisamente lo que le sucede a la protagonista de mi novela; tras haber perdido a su familia en una masacre, se une a un grupo de buscadores que se dedican a rescatar cautivos de las tribus indias. Esos hombres que la acompañan no tienen nada que ver con ella y no podían ser más distintos los unos de los otros. Sin embargo, en ellos descubre una nueva forma de entender el compañerismo y la vida. Esta es la idea que tengo de la amistad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, porque los conozco e intento comprender sus particularidades. Intentar entender al otro hace que las decepciones disminuyan.
¿Es usted una persona sincera? 
Suelen decirme que sí. A veces, quizás demasiado.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, viendo películas, yendo a exposiciones, viajando a los lugares en los que sucederán las nuevas historias que planeo escribir… Estos dos últimos años, documentándome y escribiendo Pioneras, han sido un disfrute continuo. El western, como género, siempre me ha fascinado; ha sido apasionante sumergirme en las vidas de las diferentes tribus de nativos americanos, encontrar testimonios de cautivos de finales del siglo XIX que arrojaban luz sobre episodios desconocidos, leer cartas y testimonios de mujeres que vivieron en el Salvaje Oeste… En definitiva, podría pasarme meses y meses (si no años) documentándome y aprendiendo sobre los temas que me interesan. ¡Es un vicio!
¿Qué le da más miedo?
La muerte. La soledad que trae consigo la pérdida puede ser demoledora. En Pioneras, ahondo precisamente en ese miedo, en ese terror de enfrentarse a una vida que, de pronto, se queda sin pilares, sin fundamentos en los que sustentarse. Al inicio de la novela, la protagonista debe enfrentarse a la pérdida de toda su familia, una pérdida que no implica solo la desaparición de sus seres queridos, sino el desvanecimiento de la infancia y de todo un mundo al que nunca podrá regresar.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza que, todavía hoy en día, continúen existiendo los malos tratos a las mujeres; que, día tras día, tengamos que leer en las noticias que se han producido más agresiones por violencia de género y que, lamentablemente, parece no tener fin. No me escandaliza, me horroriza.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Es algo que nunca sabré. Desde que conservo la memoria, me visualizo escribiendo historias, ya sean cuentos o, ahora, novelas. Cualquier otra respuesta sería una ficción, una invención de mi propia imaginación. De hecho, la protagonista de la novela aspira convertirse en periodista. En mi vida y en mis novelas, todo va ligado a la escritura, de una forma u otra.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Después de escribir y de permanecer sentada tantas horas, suelo hacer bicicleta estática para aliviar el dolor de piernas. Aunque debo decir que lo hago a niveles mínimos y con un libro siempre entre las manos. Me encantaría saber montar a caballo, pero a estas alturas creo que eso ya no es posible.
¿Sabe cocinar?
Muy poco… Me apasiona escribir sobre los olores de las comidas, pero apenas sé cocinar. Aunque siempre me digo a mí misma que en algún momento debería aprender.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Ahora que estoy inmersa en el western, me encantaría hablar de Pearl Hart, una de las bandidas más célebres del Lejano Oeste que se convirtió en un icono feminista de la época tras pronunciar la siguiente frase: «No dejaré que me juzgue una ley que ha sido constituida sin la voz de mi sexo». A finales del siglo XIX, esta reivindicación causó toda una revolución. Además de Pearl Hart, existieron muchas otras figuras fascinantes como Belle Starr, Laura Bullion, Elinore Pruitt Stewart, Calamity Jane, entre otras, de las que me interesaría escribir. Creo que es fundamental conocer a nuestras antepasadas para comprender cómo hemos llegado hasta el día de hoy.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Sueño. Soñar carece de límites y eso es una gran puerta a la esperanza y a la imaginación.
¿Y la más peligrosa?
Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Nunca. Eso es un crimen atroz.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy humanista, demócrata y rechazo cualquier tipo de totalitarismo o fanatismo. La política debería estar siempre al servicio de los ciudadanos, y no al revés, como tristemente sucede a menudo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No me veo sin escribir o sin trabajar rodeada de libros en una editorial. Solo le pido a la vida que me permita continuar escribiendo y leyendo mucho.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El cine y la lectura, ¡a todas horas!
¿Y sus virtudes?
Me cuesta mucho resaltar mis virtudes. Prefiero que las decidan los que me conocen. Me parece más elegante y justo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
En la novela le sucede algo parecido a uno de los personajes. Lo primero que le viene a la cabeza son los últimos momentos cálidos que vivió con sus seres queridos. Y es probablemente lo que creo que me sucedería a mí.
T. M.