miércoles, 23 de septiembre de 2020

Entrevista capotiana a Alice Kellen

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Alice Kellen.


Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? 
¡Mi casa!

¿Prefiere los animales a la gente? Depende. Cuando se trata de dar cariño pueden ser más desinteresados, aunque, claro, no dan buena conversación. Las relaciones humanas son complejas; en ocasiones, decepcionantes, pero es más una necesidad que una elección.

¿Es usted cruel? No y creo que debe de ser uno de los adjetivos más ofensivos. La crueldad es la ausencia de compasión o el deleite ante el sufrimiento ajeno, quiero pensar que son pocas las personas que pueden llegar a ser así.

¿Tiene muchos amigos? No sé si muchos o pocos, pero los suficientes.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que me enriquezcan, me divierta con ellos y me sienta cómoda, en confianza. También el respeto, creo que es importante poder ser abierta y sincera, saber que la otra persona no va a juzgarte y sentirte libre dentro de la relación.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Afortunadamente, no.

¿Es usted una persona sincera? Depende. Soy muy sincera con las personas que me rodean y con las que tengo confianza, pero me cuesta más con «los conocidos». Al final, también hay que preguntarse si ser extremadamente sincero vale la pena. Creo que la vida en comunidad sería insostenible si todos fuésemos por ahí diciendo lo que realmente pensamos sobre cada cosa.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Lo típico: pasar tiempo con los míos, leer, escribir, ver series, pasear, viajar…

¿Qué le da más miedo? Que le ocurra algo a las personas que quiero.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La maldad y el egoísmo sin pudor.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No tengo ni idea. Probablemente, seguiría dedicándome a mi trabajo: marketing online para empresas.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Algo sí, pero admito que soy perezosa.

¿Sabe cocinar? Lo justo para sobrevivir.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Lo haría sobre un personaje ficticio, que me parece más divertido. «El principito», que además tiene relación con mi última novela.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor.

¿Y la más peligrosa? Odio.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? La verdad es que no, como mucho perderle de vista.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? No me gusta pronunciarme públicamente sobre este tema, pero cualquiera que me siga en redes sociales puede hacerse una idea de las cosas que apoyo o no.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me tomo la pregunta en el más amplio sentido: un gato.

¿Cuáles son sus vicios principales? Ninguno, dejé el tabaco y el café, que eran las dos cosas que antes me acompañaban cada mañana. Me gusta mucho comer, eso sí. Los dulces pueden considerarse un vicio.

¿Y sus virtudes? Creo que puedo ser muy empática.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? La sonrisa de mi hijo, de eso no tengo dudas.

T. M.