sábado, 31 de octubre de 2020

Entrevista capotiana a Enrique Llamas

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Enrique Llamas.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Alguno con vistas al Duero, en Zamora. Aunque la idea de no salir es ahora menos atractiva que nunca.

¿Prefiere los animales a la gente? Como todo, esto depende de qué animales y de qué personas. Conozco algún labrador más sensible y empático que muchas personas.

¿Es usted cruel? No, creo que serlo me daría mucho cargo de conciencia.

¿Tiene muchos amigos? Afortunadamente sí. No me puedo quejar.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Sinceridad, lealtad, empatía… con eso creo que se puede ser buena persona.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Los que me han decepcionado han dejado de serlo.

¿Es usted una persona sincera? Practico habitualmente el “sincericidio”.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Bajo cualquier forma de ficción.

¿Qué le da más miedo? Una persona tonta con una persona lista detrás. Las serpientes.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El no perder la capacidad de escandalizarme.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? ¿Una vida no creativa? Uf, no lo sé. Es difícil de concebir.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí. Pero como todo, menos del que me gustaría.

¿Sabe cocinar? Fue algo que rescaté en el confinamiento, es una forma sencilla de concentración.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mis padres. Son dignos de conocer.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? “Lectura”.

¿Y la más peligrosa? “Ignorancia”.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Como reza el título de la novela de Inés Plana: “Morir no es lo que más duele”.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Aquellas que respeten siempre la libertad de elección sobre uno mismo sin que se perjudique, objetivamente, a los demás.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una piedra del puente de piedra de Zamora.

¿Cuáles son sus vicios principales? El no reconocer mis vicios principales.

¿Y sus virtudes? Las deben decir los demás. El resto es vanidad.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Vería Zamora, a mis amigos, a mi familia. Vería, espero, cómo salir del agua.

T. M.