De Centroamérica a Irlanda
Con este libro, que formó una trilogía junto con “El sueño de África” y “Los caminos perdidos de África”, desarrolló un género viajero en que combinaba la narración novelesca de peripecias personales con referencias locales de tinte histórico y cultural. Y siempre con la evocación constante de otros escritores que en el pasado pisaron los mismos lugares, ya fuera el Joseph Conrad de “El corazón de las tinieblas” o el Jack London que incursionó en la Alaska. Dicha trilogía lo aupó al éxito y a convertirse en un referente de este tipo de escritos, iniciados en “La aventura de Ulises” (1973), y seguidos de novelas como su “trilogía centroamericana” consagrada a Nicaragua, Guatemala y Honduras, escrita en los ochenta e inicios de los noventa, u otros que reflejaban cómo se jugaba el pellejo, caso de “Bienvenidos al Infierno. Días de Sarajevo” (1994), como corresponsal de guerra.
Su última novela –debutó en este género con “Muerte a destiempo”, en 1982– fue bastante reciente, “Banderas en la niebla” (2017), y no fue ajeno a los premios por parte de grandes sellos editoriales, como el que obtuvo por “Barrio cero” (2010, XV Premio Fernando Lara de Novela). En cuanto a los viajes, el último convertido en libro provino de tierras que siempre le encandilaron, “Canta Irlanda: un viaje por la isla esmeralda” (2014), se tituló, todo un canto de amor por sus tierras y gentes, sus letras y música, sus leyendas e historias, y en el que también se asomaba su recuerdo de periodista trotamundos, al recordar los acontecimientos políticos que vivió de primera mano durante sus visitas a la Irlanda del Norte que tanto tiempo ardió en llamas.
En lo personal –se colegía de sus entrevistas– Reverte parecía tener tres debilidades –las mujeres, el sexo y el vino–, y en él se percibía un ser generoso y bondadoso, dueño de un humor cínico. Lo había visto todo en los cinco continentes, y su palabra era sincera y franca, pero también la propia del contador de historias que, frente al fuego al anochecer, miente para entretener a los que le están escuchando.
Publicado en La Razón, 1-XI-2020