miércoles, 27 de abril de 2022

Entrevista capotiana a Daniel Montero

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Daniel Montero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Debajo del mar. En cualquier zona del parque natural de Ras Muhammad en el Mar Rojo por poner un ejemplo. Soy un apasionado del buceo. Eso, mi familia de la mano y a ver pasar la vida.

¿Prefiere los animales a la gente? Generalizar es equivocarse pero prefiero a algunos animales por encima de alguna gente. Es sencillo pensarlo ahora, viviendo una guerra injusta comenzada por una persona como Vladimir Putin y en un mundo en el que se cazan de forma indiscriminada animales como los tiburones o se capturan delfines solo por diversión.

¿Es usted cruel? Intento que no, pero creo que todo ser humano tiene al menos cinco minutos de ruindad diarios. Va en nuestros genes. Y en esos cinco minutos van incluidos todos esos sentimientos primigenios como la crueldad, el egoísmo, la hipocresía o el descrédito a los demás.

¿Tiene muchos amigos? Intento tenerlos, pero sobre todo tengo un núcleo duro de buenos amigos. Gente que es mi segunda familia y que está siempre a mi lado en los momentos malos. Para salir de fiesta vale cualquiera. La amistad de verdad se demuestra cuando vienen mal dadas, cuando alguien te tiene que aguantar un mal día o un mal grito sin ofenderse. Cuando tú das coces y te devuelven abrazos. Yo tengo días en los que soy muy de dar coces.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean leales, que intenten ver el mundo de una forma distinta y que tengan la capacidad y el valor para decirme cuando hago algo que no les gusta. Y que piensen que Star Wars es una sagrada trilogía que debería estudiarse en las escuelas. Esto último no es indispensable pero ayuda mucho. Ahora en serio. Quiero a mi lado gente que encare la vida con una sonrisa, que las cosas malas ya vienen solas.  

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. Creo que les decepciono yo a ellos de una forma mucho más habitual, pero la vida me ha enseñado a no tener vergüenza a la hora de pedir perdón. No soporto a la gente que ofende en público y pide disculpas en privado, así que intento no hacerlo nunca.

¿Es usted una persona sincera? Lo intento, pero el ser humano ha desarrollado durante milenios distintos sistemas de protección que se basan en la hipocresía; en no decirle a la cara al contrario cosas que le pueden hacer daño si no hay una rentabilidad de por medio. El mayor problema es que ese mecanismo funciona todavía mejor con uno mismo, por lo que los mecanismos de autoengaño están todavía más desarrollados. No he conocido a nadie en mi vida, y he entrevistado a mucha gente, que se siente delante tuya en una mesa y te diga: “No mira, a mí lo que en realidad me pasa es que soy gilipollas”. Y todos tenemos claro que gilipollas hay en manada. Con eso sobre la mesa, me preocupa más ser sincero conmigo mismo que con los demás.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? C0n mi familia y con mis amigos, de viaje, debajo del mar, con un atardecer en un barco, durmiendo en una tienda de campaña, riendo o jugando a juegos de mesa. Para mí, el juego es una de las cosas más importantes de la vida. Si no disfrutas con lo que haces, terminarás haciéndolo de una forma rápida y descuidada solo para dejar de hacerlo. Además, enfocar la vida de esa manera te ayuda a que las cosas realmente importantes no te atenacen. Si te paras a pensar, por ejemplo, la responsabilidad real que supone traer un hijo o una hija a este mundo no lo harías nunca, aunque solo fuera por no meter la pata. No abogo por la inconsciencia, si no por un punto de gamberrismo. Además, es imposible ver la vida con un prisma distinto al de la masa si te comportas igual que lo hace todo el mundo.

¿Qué le da más miedo? La muerte. Ya sea la mía o la de los míos. Creo que es el mayor temor que una persona puedes tener cuando eres consciente de que eres un privilegiado; una persona feliz con una vida plena. Cuando tienes mucho y eres consciente de ello, cuando sabes además lo que te ha costado conseguirlo, tu único miedo es que la plenitud termine.  

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandalizan muchas cosas. Quizás demasiadas, pero es que el día que eso deje de pasarme, posiblemente no podré seguir siendo periodista porque significará que el mundo entero me da igual. Me escandalizan las dobles varas de medir, las leyes del embudo, las guerras de primera y de segunda. Me escandalizan las fronteras, el convencimiento de que la riqueza de nuestra vida supone la pobreza de otros, y en los últimos años, me escandaliza mucho que una herramienta que venía a nuestras vidas para ser liberadora como son las redes sociales, se hayan convertido a veces en un auténtico vertedero donde unos y otros libran guerras sin hacer rehenes.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Si le soy sincero y volviendo a la pregunta anterior, yo no me considero escritor. Llevo cuatro libros a mis espaldas, dos de ellos novelas, el último además es un relato de ficción, pero para mí ser un escritor tiene unas connotaciones distintas. Yo no sufrago mi vida con los libros y mis acercamientos a la literatura son casi siempre los de un oportunista que viaja pegado a un tema de actualidad y deja que la realidad haga el resto. Yo soy más un junta-letras y además, no lo entiendo desde un punto de vista despectivo. Un escritor, para mí, es alguien que consagra su vida a la literatura. De todas formas, desde que tengo uso de razón, no me imagino en otro escenario que no sea el de hacer periodismo y escribir libros. En mi comunión grabé un vídeo donde entrevistaba a mi abuelo “para la revista Interviú”. Conseguí trabajar en ella nueve años. Esa es la putada absoluta de alguien que siente una vocación; que no trabaja para comer si no para ser feliz, y aunque le de sinsabores o esté mal pagado, es complicado elegir otro camino.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Salta a la vista que poco, aunque últimamente intento ponerle remedio.

¿Sabe cocinar? La necesidad a veces se convierte en virtud. Salí de casa con 18 años para vivir en Madrid y estudiar periodismo. Entonces tuve que aprender a cocinar y ahora me defiendo bastante bien entre fogones. Sobre todo con los arroces. Posiblemente sea una vuelta poco pensada a esa tierra de la que salí corriendo en cuanto pude.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Lo he pensado muchas veces y no lo tengo claro. Hay personas que me cautivan pero siempre termino encontrándoles las costuras. Y la gente que realmente considero “inolvidable” suele ser anónima, o no tener una vida de revista. Creo que por eso no he aceptado nunca ningún proyecto para escribir una biografía. En mi esfera privada, por suerte, hay mucha gente que no olvidaré nunca.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Papá.

¿Y la más peligrosa? Suelen ser cinco: “Lo hago por tu bien”.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Un par de veces al día. Creo que también va en el instinto aprendido tener reacciones airadas con los demás. Una cosa es aprender a controlarlas y otra negar que de vez en cuando, me gustaría que algunas personas simplemente desaparecieran de la faz de la tierra. Posiblemente además, de una forma bastante injusta y egoísta.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? No me siento cómodo con ninguna tendencia política ya que todas las retóricas me cansan y considero que sobre una pretendida capa de buena voluntad hay en realidad un juego de lenguaje para explotar las diferencias y conseguir distintas cotas de poder. Creo que vivimos una época en la que suficiente tenemos en reivindicar que se respeten en todo el mundo valores básicos como los Derechos Humanos como para ahondar en matices. Además, eso me hace sentir muy libre de pensamiento ya que no me siento perturbado si salgo fuera de cualquier estereotipo a la hora de defender mis ideas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Escritor.

¿Cuáles son sus vicios principales? La mala alimentación en todas sus variantes.

¿Y sus virtudes? Me rodeo de gente que siempre es mucho más válida que yo y hago que se sientan cómodos a mi lado.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Me gustaría decir que una imagen de mis padres, de mi hermana, de mi pareja, y sobre todo de mis hijos. Pero seguramente estaría pensando. “Joder Daniel, media vida buceando para acabar así dentro del agua. Ya te vale”. 

T. M.