viernes, 29 de abril de 2022

Entrevista capotiana a Leticia Castro

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Leticia Castro.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una biblioteca, sin lugar a dudas.

¿Prefiere los animales a la gente? Algunas veces sí.

¿Es usted cruel? No, para nada. Dejo que un mosquito me pique antes que matarlo.

¿Tiene muchos amigos? Tendríamos que definir cuántos son muchos. Lo que puedo decir es que soy muy selecta con mis amistades debido a que tengo un grave problema: lo paso demasiado bien estando sola.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean curiosos. Que se sepan reír de las pequeñas cosas. Que tengan una mirada positiva de la vida. Que me generen admiración con sus actos y con sus palabras. Que sean aventureros y apuesten por sus sueños.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? A esta edad ya no tanto. Antes, mucho. De todos modos, perdono con facilidad. O me olvido. No soy rencorosa.

¿Es usted una persona sincera? Sí, aunque me callo si sé que voy a herir, o si me doy cuenta de que todavía no es el momento de decir lo que pienso porque puede hacer más daño que ayudar.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, sobre todo. Viajando. Paseando con mis perros por la Casa de Campo o por la sierra de Madrid. Viendo películas. Yendo a museos, al teatro, al cine, a conciertos, a espectáculos de danza. Rascándoles la panza a mis gatos, o dejándome amasar por ellos sin hacer otra cosa más que disfrutarlos.

¿Qué le da más miedo? La muerte de las personas y animales que quiero. El sufrimiento que cada una de esas pérdidas me va a generar me da pánico.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Las guerras.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Sería veterinaria.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Practico yoga. Me encanta patinar (con rollers). Buceo (cuando tengo la oportunidad, vivo en Madrid y no puedo bucear todo lo que querría). También me gusta hacer senderismo (a ser posible en un sitio de montaña) y montar en bicicleta.

¿Sabe cocinar? Sí, aunque no soy experta y tengo muchas ganas de mejorar. Sé hacer algunos platos, todos argentinos. Me encanta la repostería; según dicen es lo que mejor se me da.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Ernesto, un gato que encontré abandonado en un embalse en el norte de Madrid. Un ser excepcional, único, tengo unas cuantas anécdotas magníficas que podría escribir sobre él, y muy divertidas.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor. Love. Amour. Liebe. Amore. Me parece que todo se construye desde el amor, lo grande y lo pequeño.

¿Y la más peligrosa? Indiferencia.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Lo correcto es que diga que no, y que agregue: ¿cómo se le ocurre a usted que yo haya deseado algo semejante? Pero como antes dije que soy sincera diré que sí, alguna vez he querido, sí. Que conste: jamás lo haría.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? No me gusta hablar de política, siento que es un terreno que se me da fatal. Puedo decir que soy amiga de todas las tendencias que favorezcan la igualdad, la diversidad, y en general, todo lo que beneficie a las personas y animales.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Uyyy, ¡tantas! Directora de cine. Fotógrafa. Etóloga. Psicóloga. Profesora de patín. Nadadora sincronizada. Pilota de avión o de helicóptero. Buceadora profesional. Pintora surrealista.

¿Cuáles son sus vicios principales? Dejarme llevar por pensamientos que no me sirven, a veces me dejo llevar tanto que me los creo, y me meto en problemas. Otro vicio, uno terrible: los alfajores de maicena y dulce de leche.

¿Y sus virtudes? Escucho SIEMPRE lo que me dice mi intuición. Las mayores felicidades de mi vida me llegaron gracias a haberla escuchado.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Estoy segura de que pensaría en todo aquello que no hice cuando podía, en todo lo que dejé para más adelante, para cuando las cosas fueran así, o asá. Por eso, vivo mi vida intentando no dejar nada para más adelante, muy consciente de que hoy estoy y quizá mañana no esté más.

T. M.