miércoles, 20 de mayo de 2020

Entrevista capotiana a Greta Alonso


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Greta Alonso.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Elegiría vivir rodeada de libros y de flores, en una biblioteca con jardín desde la que se viera el mar. Disfrutaría del cielo, de la naturaleza, y viajaría a través de las páginas de los libros. Ya lo dijo Cicerón: “Si tienes una biblioteca con jardín, lo tienes todo”. Leí algo en un manual de arquitectura sobre la biblioteca de la Universidad de Varsovia: además de los fondos bibliotecarios cuenta con jardines inmensos, invernaderos y un lago. Otra biblioteca interesante sería la de Hungtinton, en California, que también tiene un lago y con un jardín japonés.  
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente porque es más impredecible. Las personas pueden contarte historias, expresar sus sentimientos; también pueden defraudarte, pero eso forma parte de la vida. Se puede aprender mucho observando a las personas.
¿Es usted cruel?
La vida ya es bastante complicada; la crueldad solo puede generar más sufrimiento. No soy cruel; de hecho, creo que me vendría bien empezar a tomar distancia emocional ante ciertos sucesos; a veces empatizo demasiado, y acabo responsabilizándome de problemas que no son míos. No entiendo en qué, o a quién, puede beneficiar la crueldad.
¿Tiene muchos amigos?
Más de los que creía, y mejores de lo que merezco. Me esfuerzo por mantenerlos, creo que forman parte del capital de una persona. Cuento con buenas amistades de la época del instituto; y con el paso de los años el catálogo se amplia, porque en todas partes hay gente que merece mucho la pena.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La sinceridad, la claridad, que hablen sin pelos en la lengua. No soporto la hipocresía, ni la adulación. Busco honestidad, crítica constructiva, sin discursos moralizantes. Después de pasar una hora con determinadas personas uno siente que se le han cargado las pilas.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Me he sentido decepcionada por muchas personas, pero nunca por alguien a quien yo considerara amigo. Creo que tengo mucha suerte en general, y en particular, cuando se trata de la gente que me rodea.
¿Es usted una persona sincera? 
Intento serlo. Aunque a algunas personas les cueste asumir una idea contraria a la suya. El exceso de sinceridad me ha causado problemas en el ámbito laboral, pero eso siempre es mejor que callar, que sentirse un hipócrita. La mayor parte de los desastres que se han sucedido a lo largo de la historia han sido consecuencia del silencio, de la connivencia. Han sido por causa de quienes miraron hacia otra parte.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, haciendo deporte, o manteniendo una conversación delante de un café o un buen vino.
¿Qué le da más miedo?
Perder la libertad. Y no se me ocurre forma más cruel de perder la libertad que perder la cabeza. Me aterroriza depender de otros, que otros elijan por mí. Le tengo pánico a la enfermedad mental.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que tanta gente finja escandalizarse ante tantas cosas con las que está de moda escandalizarse. Me escandaliza el discurso único, el aborregamiento y la falta de criterio. Que nadie se pare a pensar en cómo se nos manipula.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Yo tendría que haber explotado la creatividad por algún lado. Soy ingeniero, y para eso se requiere cierto punto de creatividad. Si no escribiera pintaría. Y si no, habría sido arquitecto. ¿La alternativa? Si se me prohibiera toda tarea creativa, visitaría a un psiquiatra.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Boxeo, salgo a correr, camino y practico pilates. Para mí, hacer ejercicio es como respirar.
¿Sabe cocinar?
Sé cocinar, y dicen que lo hago bien; pero detesto cocinar, así que no suelo hacerlo. Eso sí, me gusta la buena cocina, disfruto mucho en la mesa.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Elegiría a Atticus Finch, el protagonista de “Matar un ruiseñor”, de Harper Lee. Un hombre comprometido con sus ideales, consecuente con ellos, que es capaz de enfrentarse a toda una comunidad por defender aquello en lo que cree. Un hombre que escucha, que comprende, que no juzga, y que se deja la piel por paliar una injusticia, pese a tener a todos en contra. Para mí, Atticus Finch es EL HEROE, con mayúsculas.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Despertar. En el sentido literal, y en el figurado. Uno despierta por las mañanas, y disfruta de un lienzo en blanco; puede ocurrir cualquier cosa, ahí hay mucha esperanza. Y despertar, en el sentido de contemplar las cosas bajo una luz nueva, de un modo alternativo al habitual.
¿Y la más peligrosa?
Control. En el sentido de la manipulación. Creo que es el mayor atentado contra el ser humano, privarle de su libertad para decidir, para ser. Es algo muy peligroso, sobre todo si se trata de una manipulación sutil: en la pareja, en un empleo, en el entorno amable de lo cotidiano.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Nunca, ni siquiera a los malos. Hay un refrán que dice: “Siéntate en la puerta de casa y verás e cadáver de tu enemigo pasar”. Creo que la vida pone a cada uno en su sitio, antes o después.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No soy partidista, ni corporativista. No puedo definirme, porque no me gustan los dogmas, ni los decálogos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Librera. Abriría una librería con jardín. Vendería flores y libros. En el jardín habría un estanque lleno de peces naranjas. Y por las noches organizaría conciertos y recitales de poesía a la luz de la luna.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Los cosméticos, las flores y los libros. Compro más libros de los que puedo leer, y me encanta experimentar con la cosmética; paso horas estudiando los principios activos de los productos. Ahora he descubierto la rutina de belleza japonesa, que me tiene hechizada.
¿Y sus virtudes?
A eso no debería responder yo. He tenido que acudir a alguna entrevista de trabajo, y entonces, cuando me preguntaban por mis virtudes,  solía destacar que era constante, metódica, y autoexigente. Pero ahora ya no tengo claro que esos atributos sean virtudes, porque me han causado muchos quebraderos de cabeza. Las expectativas, sobre todo si se las crea uno mismo, son un yugo; y la autoexigencia genera mucho desgaste.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Me daría mucha rabia ahogarme con un libro escrito a medias. Pensaría en eso; no en lo que ya he vivido, sino en lo que voy a perderme. Imaginaría cómo sería la rutina de los que me rodean sin mí. Y al final no me ahogaría, porque soy constante, metódica y autoexigente en esa circunstancia sí serían virtudes así que nado bien y saldría con vida del trance.
T. M.