miércoles, 18 de junio de 2025
Un artículo sobre el restaurante Pötstot
martes, 17 de junio de 2025
Entrevista capotiana a Antonio Navarro Barriga
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio Navarro Barriga.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Las
sierras de Jaén: Cazorla, Segura y las Villas, o Sierra Mágina.
¿Prefiere los animales a la gente? Pese a que
los animales me gustan mucho prefiero a las personas, necesito hablar,
compartir pensamientos que con un animal no sabría cómo hacerlo.
¿Es usted cruel? Espero que no. No, procuro
no hacer daño a nada ni nadie, si alguna vez lo hago será sin querer, aunque es
posible que algún pensamiento se traduzca en una acción cruel desde el punto de
vista de la otra persona.
¿Tiene muchos amigos? Amigos en
el sentido más estricto del término, no. Tengo los necesarios que no son
muchos, luego están los conocidos a los que solemos llamar también amigos, pero
es distinto.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Honradez,
sinceridad, respeto y empatía. Con esas cualidades se puede ser un buen amigo,
sin alguna de ellos la amistad sería difícil para mí, más que difícil poco
aconsejable.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Mis amigos
no, alguna vez me ha decepcionado alguien a quien creí amigo, luego comprendí
que el tramo de camino recorrido juntos había sido insuficiente para entregarle
la amistad, pero suficiente para saber que no debía hacerlo.
¿Es usted una persona sincera? Procuro
serlo, aunque a veces no conviene ser sincero, sobre todo cuando tu sinceridad
puede dañar a los otros; lo que no hago es mentir para quedar bien, si no puedo
ser sincero prefiero guardar silencio.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo,
con amigos, o en campo acercándome tanto como sea capaz a la naturaleza, es una
sensación maravillosa.
¿Qué le da más miedo? El
fanatismo, la intolerancia y el seguidismo de las masas a líderes que hacen
bandera del odio hacia el diferente.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Por desgracia ya me escandalizan pocas cosas, los humanos
somos capaces de pisotear las normas éticas que nosotros mismos hemos
establecido, parece que estemos perdiendo la sensibilidad. Pero sí, si que me
escandaliza que se esté cometiendo un genocidio y que el resto del mundo asista
indiferente a un espectáculo tan inhumano.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Siempre he tenido trabajos
en los que la creatividad tenía un peso importante, no sabría qué decirte, la
creatividad es necesaria para todo, pienso que somos más creativos de lo que
nos parece a nosotros mismos, cualquier tarea es más eficaz si le ponemos una
pizca de creatividad.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Caminar.
¿Sabe cocinar? No, es superior a mí, ves, no
sé cocinar porque en la cocina no soy capaz de aplicar la creatividad.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mis
padres, no sé de nadie que lo merezca más que ellos.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Amor. La esperanza solo puede venir de mano del amor,
amor en mayúscula. El amor a las personas, a los animales, a la naturaleza. Si
de verdad amas algo procuras no hacerle daño de ninguna de las maneras.
¿Y la más peligrosa? Egoísmo. Si
nos dejamos llevar por el egoísmo estamos perdidos, haremos daño a los demás y
ni siquiera nos sentiremos bien, al menos no demasiado tiempo. La sociedad es
cada vez más egoísta, no nos importa lo que pase mientras a nosotros nos vaya
bien, en estos días se habla de una encuesta en la que algunos jóvenes dicen
que no les importaría vivir en una dictadura si ellos están bien, y eso, además
de ser una contradicción es un acto de egoísmo insoportable.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, quizá
he podido pensar que se lo merecía, pero el deseo de matar no lo reconozco como
algo mío. No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo que
por lo que he dicho hasta ahora se puede deducir, pero me gusta una política
que sea respetuosa con las personas y con todo lo que puebla el maravilloso
planeta que habitamos, apoyaré a quienes defiendan eso.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Músico, me
encanta la música y crearla tiene que ser algo superior.
¿Cuáles son sus vicios principales? No te los
digo, voy a guardarme algo que es íntimo, aunque no tengo grandes vicios quizá
reservar un espacio en el que nadie más pueda entrar me hace sentir bien.
¿Y sus virtudes? Si las tengo serían la
afectividad, también creo que soy generoso, me gusta serlo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Pues ya es
imaginar. En un momento así buscaría una mano amiga que me ayudara a escapar, a
ser posible acompañada de una sonrisa.
T. M.
lunes, 16 de junio de 2025
Un artículo sobre el restaurante Los Tortillez
domingo, 15 de junio de 2025
Entrevista capotiana a Rosa Navarro
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rosa Navarro.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La trastienda de mi
bisabuelo, el Coronel. Allí todo existe y todo es posible.
¿Prefiere los animales a la gente? Depende de qué animales y de qué gente. Aunque muchas veces, sobre todo
en primavera, tendemos a confundirnos.
¿Es usted cruel? Solo
los domingos, exactamente de 18 a 19.
¿Tiene muchos amigos? Bastantes, sí. En la próxima fiesta los contaré y le paso la información.
(Aunque a Roberta y a Martín los he tachado de la lista, son unos impuntuales y
no saben bailar claqué).
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Sentido del humor y habilidades en fontanería y encaje de bolillos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Como decía uno de ellos: Es
que meter la pata queda tan a mano…
¿Es usted una persona sincera? Sí. Pero puede que mi idea de lo verdadero esté un poco descalabrada.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta invadirlo por la retaguardia, para que no se dé cuenta. Si se
hace bien, cuando el tiempo se entera ya es tarde para reaccionar, porque ya
estoy instalada y la libertad es mía.
¿Qué le da más miedo? Los saltamontes y la gente adulta que gatea. Bueno, y que la luna o la
caldera del gas exploten… eso no me deja dormir por las noches.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Que vivamos así, sin darnos
cuenta de nada.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Soy
profesora de Literatura. Si no, me
hubiera gustado ser trompetista o pastora.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? En su justa medida y cuando se puede.
¿Sabe cocinar? Sé,
me gusta y lo disfruto. Y, que yo sepa, hasta ahora nadie ha muerto envenenado
por uno de mis platos.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A María Francisca
Díaz-Carralero Rodelgo, “la ciega de Manzanares”, una poeta improvisadora del
XIX. Era mendiga y sobrevivía gracias a sus versos. También hablaba en latín
con los extranjeros que pasaban por su pueblo. Llegó a conocer a Dumas y a Juan
Valera… Fue muy conocida y tuvo una vida interesantísima.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? “Baciyelmo”. La esperanza de la
absoluta libertad.
¿Y la más peligrosa? “Yo”.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, pero no tuve éxito. (Salustiano,
si estás leyendo esto, puedes considerarlo una amenaza).
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en una República basada en la educación, la justicia y la igualdad.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un globo aerostático de rayas rojas y blancas. Pero, si hay tormenta, preferiría
ser un trueno.
¿Cuáles son sus vicios principales? Los tengo todos y a todos los trato con igual cariño, no priorizo ni
tengo favoritos.
¿Y sus virtudes? Soy
pragmática y tengo facilidad para el olvido.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Una vez estuve a punto de morir ahogada en Ruidera (me salvó mi hermano).
Fue uno de los momentos más apacibles de mi vida, quizá el único en el que
verdaderamente he conseguido tener la cabeza en blanco, vacía y con las puertas
de par en par. El paisaje era precioso y la temperatura del agua, perfecta.
T. M.
sábado, 14 de junio de 2025
Un artículo sobre el restaurante Fire
viernes, 13 de junio de 2025
Entrevista capotiana a Graziella Moreno
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Graziella Moreno.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi ciudad, Barcelona.
¿Prefiere los animales a la gente? No llego a
tanto.
¿Es usted cruel? Creo que no. O al menos,
eso intento.
¿Tiene muchos amigos? Los
necesarios.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Empatía,
compañerismo, saber que están ahí para mí y viceversa.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No
demasiado.
¿Es usted una persona sincera? Normalmente
sí, me cuesta disimular.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo,
escribiendo, caminando por la naturaleza.
¿Qué le da más miedo? Perder a
mis seres queridos, la enfermedad, el dolor.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Muchas cosas, entre ellas, la crueldad y la estupidez del
ser humano después de siglos y siglos de historia. El abuso de poder en
especial.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? No concibo la vida sin
escribir, he nacido para eso.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Si, natación,
yoga, caminar, entrenos de fuerza. Me ayuda a sentirme bien.
¿Sabe cocinar? Cosas sencillas, cocino yo
en casa.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Qué
difícil escoger. Edgar Allan Poe, creo.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Amor.
¿Y la más peligrosa? Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Llevarlo a
la práctica nunca, pero con el pensamiento…
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Cualquier
partido que defienda la libertad, la justicia y la igualdad, valores
fundamentales para la existencia humana.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Primero
habría que definir cosa. Referida a otro ser humano no soy capaz de
intercambiarme por nadie.
¿Cuáles son sus vicios principales? El buen
chocolate negro, sin duda.
¿Y sus virtudes? La constancia, estar
pendiente de los míos, no sé si tengo alguna más.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Que a ver
si vienen a rescatarme.
T. M.
jueves, 12 de junio de 2025
Un artículo sobre el restaurante La Palma de Bellafila
martes, 10 de junio de 2025
Entrevista capotiana a Carlos de Miguel
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carlos de Miguel.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi ciudad, Valladolid.
¿Prefiere los animales a la gente? Adoro a los animales, sin embargo, prefiero estar con gente. El placer de
una buena conversación es insustituible.
¿Es usted cruel? Todo
lo contrario. Me considero un bonachón.
¿Tiene muchos amigos? No muchos. Mis obligaciones familiares y laborales no me permiten
cultivar amistades. Me quedan algunos, eso sí. Los buenos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que no te juzguen, y
que te ayuden cuando lo necesites.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. Como tengo
pocos, los conozco demasiado bien. Nada de lo que hagan me sorprende o me
decepciona. Por eso son mis amigos.
¿Es usted una persona sincera? Casi siempre. Miento lo estrictamente necesario.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Paseando, leyendo y escuchando buena música o un podcast.
¿Qué le da más miedo? Muchas cosas, aunque eso no me convierte en un ser miedoso sino en una
persona que conoce el mundo en el que vive. La enfermedad, la pobreza, la
guerra…la lista es larga. Y por encima de todo la ignorancia y la estupidez
humana. Quizá por eso me hice profesor.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La guerra y sus variantes, y lo
que se hace para justificarla. Es escandaloso.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Sería
lo que soy, profesor de historia. Y si no, divulgador histórico en formato
libro (no solo podcast). Las ciencias sociales son mi vida, así que cualquier profesión
relacionada con ellas.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Confieso que mi relación con el ejercicio físico es más bien
contemplativa. Me gusta pasear, si acaso.
¿Sabe cocinar? Sí,
aunque platos no demasiado elaborados. La tortilla de patata es mi
especialidad.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Como amante de la historia, tengo en mente a infinidad de personajes que
considero inolvidables. Si nos acercamos al imperio romano, que es el tema que
más trato en mi oficio de escritor y divulgador, tengo a tres en mente: el
emperador Constantino; su sobrino Juliano el apóstata; y el cronista,
historiador y soldado Amiano Marcelino.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Justicia.
¿Y la más peligrosa? Cualquier palabra secuestrada (de las muchas que hay). “Paz”, “Derechos
humanos”, “igualdad”, “libertad”… cualquiera de ellas pronunciada con la evidente
intención de excluir a una parte importante de la sociedad resulta peligrosa. La
perversión del lenguaje lleva, inevitablemente, a la tiranía.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Ocasionalmente, sí. Pero luego se me pasa.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Sueño con un punto de partida donde las zapatillas de correr no vengan ya
con kilómetros de ventaja para algunos. Mis convicciones políticas, en
cualquier caso, son como un buen vino: ganan complejidad con el tiempo y no
todos logran apreciar sus matices.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Si pudiera ser otra cosa, me gustaría ser una persona sencilla, con pocos
anhelos. Me dedicaría exclusivamente a mi familia y pasaría mi tiempo libre
pescando, yendo al bar o arreglando mi casa de vacaciones.
¿Cuáles son sus vicios principales? Quizá mi principal
vicio sea querer abarcar demasiado. Me involucro en escribir, tocar la
guitarra, dibujar, leer y grabar al mismo tiempo, y a menudo siento que no
llego a todo. No sé si esto se debe a desorganización o a un exceso de
intereses. Lo que sí sé es que necesito aprender a descansar sin la sensación
de estar perdiendo el tiempo.
¿Y sus virtudes? El
trabajo y la disciplina. Me gusta madrugar y aprovechar el día (si dispongo de él)
para escribir, leer, grabar mi podcast o dibujar. Es raro que un domingo esté dormido
después de las siete de la mañana.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Sin duda, las
imágenes de mi infancia. Recordaría a mis primeros amigos, mis descubrimientos
con las primeras lecturas y películas, los veranos en el pueblo, mis abuelos...
T. M.
lunes, 9 de junio de 2025
Un artículo sobre el restaurante Capù
Días atrás se publicaba, en la sección de "Viajes" del diario La Razón, este artículo mío en mi faceta de viajero hotelero-gastronómico, titulado "Capù: el rincón napolitano de Barcelona donde la tradición manda".
domingo, 8 de junio de 2025
Entrevista capotiana a Aro Sáinz de la Maza
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Aro Sáinz de la Maza.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? El Port de la Selva. Un pequeño pueblo de
pescadores al norte de la provincia de Girona, cerca de la frontera con
Francia.
¿Prefiere los animales a la gente? Depende de
qué animales, y depende de qué gente.
¿Es usted cruel? En absoluto, ni por asomo.
Prefiero ser compasivo.
¿Tiene muchos amigos? No, muy
pocos. Mi forma de vida me exige largas ausencias y cada novela me suponía la
pérdida de alguno. Y si hablo en pasado es porque, por suerte, ya no tengo que
pagar este precio.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Buscar, no
busco. Encuentro comprensión, confianza, apoyo, lealtad, paciencia, calor
humano, empatía…
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Los pacientes
y comprensivos conmigo, nunca, porque yo también puedo esforzarme en comprenderlos.
¿Es usted una persona sincera? No
siempre. Si implica ser cruel, he aprendido a morderme la lengua.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Soñando,
imaginando, pensando, jugando.
¿Qué le da más miedo? La
ignorancia. En mi opinión, es el origen de la inhumanidad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? El desprecio fanático por la vida de los otros, cometer
genocidio o mirar a otro lado por meras y asquerosas razones económicas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? No tengo ni idea. Me
resulta inimaginable. Tal vez porque no fue una decisión, sino simplemente mi
forma de ser.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Largos paseos,
gimnasia de mantenimiento y, de vez en cuando, solo muy de vez en cuando,
circular en bicicleta por la ciudad.
¿Sabe cocinar? Lo básico para sobrevivir.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Mmm… a
Sylvia Plath… o a Virginia Woolf… o a Alfonsina Storni…
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Imagina (en modo Lennon).
¿Y la más peligrosa? Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? En el pasado,
no. Hoy, si sirve para poner fin a la abominación, sí.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Las que
persiguen la justicia social, los derechos colectivos, el bien de la comunidad.
La izquierda, supongo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? No acabo
de entender la pregunta. ¿Otra cosa? Es decir, ¿un objeto inanimado? ¿Algo con
entidad corporal o espiritual, natural o artificial, concreto o abstracto? ¿O
se refiere a otra profesión? Si es esto último, ya he respondido antes. Lo que
uno es, es. No se puede cambiar la naturaleza. Y si se refiere a lo primero,
agua, en cualquiera de sus formas (dulce o salada, rumor o torrencial, mansa o
brava…).
¿Cuáles son sus vicios principales? Complicarme
la vida. Analizar, soñar, imaginar, todo en exceso.
¿Y sus virtudes? Complicarme la vida.
Analizar, soñar, imaginar, todo en exceso.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Los
rostros sonrientes de todas las personas a las que he amado, los momentos
felices que hemos compartido.
T. M.
jueves, 5 de junio de 2025
La revista "Qué Leer" de este junio
miércoles, 4 de junio de 2025
Entrevista capotiana a Íñigo Egaña
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Íñigo Egaña.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Seré convencional, para comenzar: cualquiera de
los paraísos que proponen las religiones, con la garantía previa de que haya una
buena cocina y una buena biblioteca, provistas sin límite, y que se pueda salir
a pasear en medio del sirimiri cuando apetezca.
¿Prefiere los animales a la gente? De entre
todos los animales, me quedo con los humanos. Por una cuestión de
entendimiento, sencillamente. Con algunos humanos me entiendo. No hay otros animales
a los que se les puedan atribuir todas las cualidades humanas. No me entiendo
con otros animales. Tampoco me ha interesado probar, ni a ellos. No nos
molestamos y eso es suficiente.
¿Es usted cruel? Sí, lo soy. No
porque quiera, pero lo soy, en ocasiones. Existe la gente cruel por naturaleza,
pero no es tanta. Esa gente nos alimenta a quienes escribimos. No creo ser de
esos. Pero la crueldad habitual, no la crueldad del cruel por naturaleza, no
está ligada a una cualidad que alguien lleve dentro. La crueldad habitual tiene
que ver con las situaciones en las que los acontecimientos discurren y en las
que varios participan. Por lo tanto, todos, a veces, somos crueles o debemos
serlo. Si no lo somos, en esas concretas ocasiones, hacemos mal. Y al revés, quizá
no ser cruel en algunas circunstancias, por intentar una protección imposible, puede
acabar resultando cruel. Puede pensarse, también, que actuar así sea crueldad
por naturaleza, en ese caso.
¿Tiene muchos amigos? Nadie tiene muchos
amigos. Yo tampoco. Hay quien conoce mucha gente. Yo conozco a personas.
Algunos, pocos, son amigos. Y me gusta la amistad juvenil. Es la que más tolera
y perdona. La lástima es que las amistades juveniles se distancian o se
desvanecen con el devenir de las vidas distintas de los amigos. Pero las vidas
aportan nuevos amigos, siempre diferentes en mucho a los anteriores.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? No busco cualidades
en mis amigos, las encuentro en quienes voy conociendo. De entre quienes
conozco algunos se convierten en amigos, por unas cualidades, y defectos, o por
otras. Cada amigo tiene unas cualidades y unos defectos. Y creo que, de entre
todas las personas amigas, que son pocas, insisto, una debería convertirse en
mi pareja. Me gusta la existencia de la pareja, sustentada de una forma o de
otra, y esa persona que es pareja tiene que ser mi amiga. Me da la impresión de
que hoy hay gente triste, que confunde amistad y pareja, y, claro: toda pareja
es amiga, pero no todo amigo es pareja.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Sí, por supuesto, como
yo los decepciono. Pero somos amigos y tras una decepción podemos seguir
siéndolo. O dejar de serlo, aunque eso solo una vez me ha ocurrido.
Precisamente es más probable que eso ocurra con quien de entre tus amigos es tu
pareja, la pareja es exigente, exige claudicación frecuente, y es esa la
amistad más frágil, esa puede romperse. Las otras amistades, cuando lo son, difícilmente
se rompen.
¿Es usted una persona sincera? Sí, en términos
convencionales. Pero pasa como con la crueldad y otros pecados, y no creo en
los pecados, aunque sí en la palabra pecado: no decir puede ser mentir. Pero
decir puede llegar a ser cruel, ya lo he dicho. En esas diatribas nos desenvolvemos
si vivimos vivos. Hay quienes no viven vivos.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Tendría que ocuparlo
dejando de actuar, pero resulta imposible. Tampoco siento que lo necesite. Creo
que el tiempo libre no existe. Hay tiempo en el que se trabaja y tiempo en el
que no. Es una separación convencional que no me gusta, no la compro. El tiempo
libre ideal, si existiera, debería buscar la anulación de la acción: no pensar,
no moverse, no sentir. Pero no solemos pretender eso. Hay posibilidades
infinitas de creer que estás ocupando tiempo libre, entendido como el no
ocupado por el trabajo: el viaje, la lectura, la música, la actividad física, la
pintura y el dibujo, el paseo, la caricia y el beso, la comida infrecuente, la
copa degustada con calma. Hago esas cosas, por eso las he listado. Pero ese es
tiempo que queremos tener de esas maneras ocupado, no tiempo libre.
¿Qué le da más miedo? La muerte
de los otros.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Que unos se aprovechen de otros. Que unos traten como
idiotas a otros. Que unos engañen a otros.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? He sido no escritor. He
sido un profesional de la tecnología y los procesos de negocio. Lo disfruté un
tiempo. Lo odié después. Hoy soy escritor y no concibo otra cosa. Este oficio,
que lo es, tiene la ventaja de que nadie puede impedírtelo. El problema es que
hay que buscar el sustento, pero puedes escribir, para ti mismo, siempre. El
escritor es egoísta, escribe para sí, y es ególatra, quiere que otros lean lo
escrito, como si debieran tener algún interés en hacerlo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí. Varias
veces en la semana. Siempre con otros. Que el cuerpo se ejercite es una necesidad,
pero hacerlo solo es aburrido y triste.
¿Sabe cocinar? Sí. Y me gusta. Y lo hago bien. Vengo
de familia de taberneros. Y soy de Bilbao. Es imposible encontrar un tipo de
Bilbao que no diga que cocina y que lo hace bien. Remarco: que no diga
que cocina. En mi caso trato de no solo decirlo. Y abundo en mi origen: formo
parte de un txoko gastronómico, no podía ser de otra forma.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A ninguno. Les
propondría escribir un cuento y, si quieren, bien. Dejo la admiración hacia otros
humanos, tanto como hasta el punto de escribir sobre ellos, para quien así lo necesite.
Y, además, considero aburrido investigar sobre la vida de alguien, que es algo
distinto de conocer pasajes, aventuras o momentos de las vidas de quien sea que
hayan sido infrecuentemente divertidos o tristes. No sabría qué decir sobre
otros, sean quienes sean. Tampoco me siento autorizado a opinar sobre otros ni creo
que a nadie pueda importar mi opinión sobre otros tanto como para leerla. Prefiero
construir personajes yo mismo. Un cuento, mejor, definitivamente. Eso sí puede
ser interesante.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Failure. Escribí un cuento sobre esto, no sé si era un
cuento, no suelo ser capaz de calificar a carta cabal lo que escribo, pero era
algo que escribí. Era así: un personaje dedica su vida a escribir una magna
obra sobre el fracaso, veinticinco volúmenes que abarcan todo lo relacionado
con el fracaso, nada queda sin explorar. Esa obra termina, y el cuento también,
con una cita que dice: El fracaso es fecundo.
¿Y la más peligrosa? No hay
palabras peligrosas. ¿La literatura es peligrosa? Puede haber órdenes
peligrosas y acatamiento peligroso de las órdenes. Quizá promesas peligrosas y
candidez peligrosa. O silencios peligrosos y tolerancia peligrosa. Las acciones
y las inacciones pueden ser peligrosas. Las actitudes también. Las palabras no,
nunca. Las palabras pueden componer mentiras o insultos, pueden ser armas o veneno,
elogios o alabanzas, pueden usarse con intenciones feas, pero los peligros
están en no entender, no en las palabras.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. Y como no sé
rezar tampoco he rezado por la desaparición de nadie. Sin embargo, creo que sí
hay personas que podrían no haber estado nunca, tipificables en dos grupos:
aquellos cuya ausencia nada cambiaría, y aquellos cuya ausencia habría mejorado
algo de lo que compartimos el resto. Sin embargo, todo esto es imposible,
porque nunca nos pondremos de acuerdo en quién en concreto debería desaparecer.
Es que todos creemos ser muy importantes para los demás, equivocadamente.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? He contestado en la
pregunta sobre qué me escandaliza. Retomo aquella respuesta para referirla a los
que se postulan como capaces de administrar la cosa pública. Y completo la respuesta
a esta pregunta diciendo que no comprendo los manuales, ni que nadie pueda
decir que es de un color u otro o que está a un lado u otro de algún punto de referencia
indeterminado. Trato, sí, de evaluar y pensar las cuestiones de la
administración común, y decido qué caminos me parecen mejores. En general,
quienes se erigen como representantes políticos suelen tomar caminos, coincidan
o no con el que yo he elegido, por consideraciones contaminadas, y así no
sirve. Creo que si no se hiciera de la política una profesión, los
administradores serían, en todo momento, los más apropiados, me gustaran más o
menos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Responder
a esta pregunta puede dar a entender que no he podido ser algo que quería.
Habrá a quien eso le ocurra. Digamos: me gustaría haber sido músico. ¿Y? Y no. Siempre he ido decidiendo qué quería hacer
y he avanzado. No servían de nada otros derroteros posibles si no estaban en mi
visión. Ni los he mirado si no estaban a mi alcance, así que no importan.
¿Cuáles son sus vicios principales? No lo sé. No sé qué
es un vicio. Repito: soy de Bilbao, me gustan un buen plato y una buena copa,
pero eso ¿es eso un vicio? Puede ser un pecado, la gula, pero como no creo en
los pecados, aunque sí en la palabra pecado… Las colecciones tienen un tinte de
vicio, ¿no? Tengo una colección de máscaras. El vicio, si lo fue, duró mientras
la hice crecer. Ahora no siento el interés de ampliarla. Tengo piezas
interesantes y algunas prescindibles, pero me gustan todas. Supongo que el vicio
es así: también te interesa lo que no tiene ningún valor o interés para nadie más
que para ti, y que quizá por eso lo calificamos como vicio.
¿Y sus virtudes? Ninguna. No soy
especialmente bondadoso o caritativo, creativo o imaginativo, amador o empático,
dotado para el deporte o el chiste. Pero soy, en algún grado aceptable, bueno,
creador, amante, deportista. Además, todas las que consideramos comúnmente virtudes
pueden ser defectos o convertirse en defectos, concepto que se intenta utilizar
en las entrevistas de trabajo: ‘soy muy perfeccionista’; o en el amor: ‘me
entrego demasiado, por entero’. No me preocupa ser poco virtuoso.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Tengo la cabeza
llena de imágenes, siempre. Imágenes de recuerdos o de lo que espero o de lo
imposible. A veces, cuando tengo fiebre, tengo sueños abstractos: veo, o
siento, masas móviles en movimientos repetidos constantemente sin llegar a
construir nada pero que forman algo muy importante y claro, o energías lineales
o difusas que parece que entrechocan sin fin y liberan algo, como vida, si debo
calificarlo de alguna manera. Es la fiebre. Creo que, si me estuviera ahogando,
es decir, fuera consciente de que estoy muriendo, vendrían a mí sueños
abstractos, de ese estilo, algo importante, pero sin forma clara, neblinoso o
incorpóreo: vida y muerte, vacío y fin. En blanco y negro, por supuesto.
T. M.