sábado, 13 de junio de 2020

Entrevista capotiana a Lutgardo García Díaz


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Lutgardo García Díaz.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
¿Un nuevo confinamiento? No dé ideas…
¿Prefiere los animales a la gente?
No, aunque es más sencillo amar y entender a los animales.
¿Es usted cruel?
No, “siempre  con ternura”, es un lema como otro cualquiera.
¿Tiene muchos amigos?
Constantemente voy incorporando amigos a la nómina.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Ternura, lealtad, misericordia.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, suelo tener buena intuición.
¿Es usted una persona sincera? 
Lo suficiente para no ser cruel.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Pasear y leer, machadianamente.
¿Qué le da más miedo?
La soledad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La envidia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ser médico ginecólogo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Pasear y leer.
¿Sabe cocinar?
Soy padre de familia numerosa, ud qué cree.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Jesús de Nazareth.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor.
¿Y la más peligrosa?
Sí.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No recuerdo exactamente…
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las contrarias a las que puede pensarse.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Cantaor flamenco.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Los confesé el domingo pasado, ahora estoy limpio.
¿Y sus virtudes?
No creerme que las tengo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Las de mi mujer y mis cuatro hijos todos en la cama una mañana de sábado.
T. M.