miércoles, 17 de noviembre de 2021

Entrevista capotiana a Miguel Antonio Chávez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida de Miguel Antonio Chávez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Isla Isabela, en las Galápagos.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero los perros a los cocodrilos. Prefiero la gente confiable a las Kardashian.

¿Es usted cruel? Conmigo mismo, a veces.

¿Tiene muchos amigos? Varios. Más que pocos, menos que muchos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que no pierdan la capacidad de asombro, ni intenten aparentar lo que no son.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Ocurrió muy pocas veces. Por salud mental ya lo olvidé.

¿Es usted una persona sincera? Hago mi mejor intento.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo noticias sobre los "conspiranoicos" y quienes creen que el mundo será tomado por las garras del globalismo. Me dan ternurita.

¿Qué le da más miedo? Irme sin haber podido lograr todo lo que me propuse. Y también, la burocracia ecuatoriana.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Juzgar una obra artística del pasado (sobre todo, literaria o audiovisual) única y exclusivamente a partir de  criterios socioculturales o morales del presente. Y por tanto, "cancelarla".

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Quizá me habría quedado con la docencia. Aunque no concibo la docencia sin algo de creatividad.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Caminatas en el parque.

¿Sabe cocinar? Terminé aprendiendo. Aunque soy como esos músicos que solo pueden tocar con partitura. Mi partitura, en ese caso, sería la receta.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Me atrevería a proponer a Anelius Borda y su padre, personajes de mi relato "Aventuras de un grupo de becarios en una universidad norteamericana". Justo ahí, en una parte, parodio a la Reader's Digest.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Serendipia o justicia.

¿Y la más peligrosa? Extremistas.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? A quienes destrozaron la última trilogía de "Star Wars".

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Tendencias políticamente incorrectas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un tardígrado.

¿Cuáles son sus vicios principales? La procastinación, la poca paciencia conmigo mismo, mi ansiedad.

¿Y sus virtudes? La capacidad de mediación. Saber escuchar.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mi madre bañándome en la tina cuando era un bebé.

T. M.