En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jorge Molinero Huguet.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? El pueblo en el que pasé la infancia y la
juventud. Siempre y cuando ahí estuvieran aún mi bicicleta, la escopeta de balines,
mis amigos, las chicas de los primeros besos, las huertas donde robábamos
fresas y cerezas, las tardes de invierno con olor a matanza y chimenea. ¿Quién podría
querer salir de ahí?
¿Prefiere los animales a la gente? No, desde
luego que no. Eso me parece aberrante. Desconfío de quienes piensan así. Los
animales siempre están subordinados al humano, es la relación más desigual que
existe. Según mi experiencia, los que dicen que aman a los animales más que a
las personas acostumbran a vivir en la ciudad y, lo primero que hacen con el
animal al que tanto aman es castrarlo. No quiero imaginarme que les harían a
esas personas a quienes afirman querer menos. En realidad, ese tipo de
relaciones no se establecen con animales, sino con mascotas, que son cosas
diferentes. Me parece estupendo tener mascotas, y tratarlas muy bien, claro que
sí (detesto el maltrato animal, como cualquier persona decente), pero
humanizarlas creo que es un delirio urbanita contemporáneo que dará para
brillantísimas tesis doctorales en el siglo XXII.
¿Es usted cruel? Seguro que lo he
sido. Como todo el mundo. Sobre todo, de niño. Los niños son crueles incluso con
sus padres, que en general es lo que más quieren. En algún sitio leí que la
capacidad de empatía se desarrolla a partir de la pubertad. Parece ser que antes
es biológicamente imposible ponerte la piel de los demás, por lo tanto, todos somos
muy crueles en esas edades tempranas, aunque afortunadamente tenemos el freno
social de la educación y las normas establecidas. Hablando de la edad adulta,
hago todo lo que puedo por no serlo.
¿Tiene muchos amigos? Menos de los que me
gustaría y, quien sabe, tal vez tenga exactamente los que me merezco, o los que
me puedo permitir atender.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Inteligencia,
lealtad, sentido del humor, buena educación. Cosas que me hagan sentirme a
gusto.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. No recuerdo
haberme sentido decepcionado por ninguno. En realidad, tampoco espero nada de
ellos (de lo contrario no creo que se pudiera hablar de amistad).
¿Es usted una persona sincera? Uy. Espero
no serlo en exceso, porque eso si que puede ser muy desagradable. Para las
cosas de verdad importantes y frente a las personas muy queridas, en ocasiones
no queda más remedio. Y ese tipo de situaciones acostumbran a ser desagradables
y pueden llegar a hacer daño.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, escribiendo
y, últimamente, navegando. También me gusta bastante pescar, pero eso solo lo
hago en verano, durante las vacaciones.
¿Qué le da más miedo? Que le
suceda algo malo a mis hijos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Me escandaliza la mentira, sobre todo cuando es obvia. La
corrupción, el abuso de poder, la injusticia flagrante. Todo eso me saca de ms
casillas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? En realidad, soy escritor en
mis ratos libres (como casi todos y todas). Tengo una profesión (geólogo) con
la que me gano la vida y que, además, me gusta bastante y realmente me hace
disfrutar mucho. Gracias a ella he podido viajar por medio mundo y vivir
situaciones extraordinarias. Ahora, por estas cosas de la edad, tengo
responsabilidades más relacionadas con la gestión empresarial, pero cuando veo
a mis compañeros enfrascados en los proyectos de la empresa me produce una nostalgia
muy placentera. Me acuerdo de mis estancias en África, en América, en Asia. También
de la época en la que hice mi tesis doctoral. Nunca he puesto tanta pasión en
algo. Lo he pasado muy bien como geólogo profesional, y ahora todo eso forma
parte intrínseca de mis novelas.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? He
practicado mucho ejercicio toda mi vida. Desde la pandemia he perdido bastante
la forma, aunque aún salgo en bicicleta por la montaña cuando puedo. Voy al
gimnasio, siempre menos de lo que me propongo.
¿Sabe cocinar? Sí. Y lo disfruto mucho. Creo que la cocina
combina la creatividad y el método científico. En mi casa, por lo general, cocino
yo (y no me refiero a la paella del sábado cuando hay invitados, quiero decir
cada día: las cenas, cocinar la comida para cuando los chicos lleguen del
instituto al día siguiente, etc.). Escucho podcast o música mientras cocino y
paso muy buenos ratos en los fogones.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Pues tal vez a Saint-Exupéry.
O a Ramón Franco, menos conocido, pero igual de interesante. Ambos, por cierto,
grandes aviadores y con quienes comparto la fascinación por el desierto.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? En árabe In-Shalah (si Dios quiere). Lo dicen, como
hacían nuestros abuelos, para referirse a cualquier acontecimiento futuro en el
que depositan alguna esperanza de que suceda. Y creen que si no lo dicen podría
no suceder.
¿Y la más peligrosa? Pero.
Después de esa conjunción adversativa acostumbra a venir algo malo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No conscientemente.
Me refiero a un deseo real de cometer el asesinato. Definitivamente, no.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Parafraseando a un
buen amigo, creo que soy un socialdemócrata de mierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Músico. Un
gran pianista de jazz como Theloniuos Monk, o una estrella del rock, como Mick
Jagger. ¿Por qué no? Ese tipo de gente sí que ha explotado su talento al máximo
(y deben haberlo pasado muy, muy bien).
¿Cuáles son sus vicios principales? Los vicios son
siempre inconfesables, de lo contrario acostumbran a ser virtudes disfrazadas.
¿Y sus virtudes? Creo que, si en algo
destaco, es en la intuición. También me suelen decir que soy elocuente.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Uy, uy, uy. El
ahogamiento debe ser una muerte horrible. Una de las peores que imagino. Quiero
pensar que mi último recuerdo estaría dirigido a mis hijos.
T. M.