En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ana Mª Briongos.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una casa en la playa frente al Mediterráneo con
un jardín y un huerto del que ocuparme. Encarada a Oriente para ver la salida
del sol todos los días. Un lugar de fácil acceso y con muchas camas. Cerca de
un pueblo donde socializar y comprar pan artesano caliente.
¿Prefiere los animales a la gente? No. Me
gustan los animales, algunos son excelentes compañeros pero preferirlos a un
ser humano, nunca.
¿Es usted cruel? No
soy cruel. Lo fui de niña sin darme cuenta, lo cuento en mi último libro y me
horroriza. Dejé de ser cruel sin enterarme.
¿Tiene muchos amigos? Tengo amigos del
alma que se han ido incorporando durante mis cincuenta años de vida viajera.
Amigos de culturas muy distintas algunos de los cuales han tenido que huir de
su país por persecuciones o guerras y han sabido, sabiamente, rehacer sus vidas
lejos. Nos ayudamos, nos seguimos visitando cuando es posible y nos queremos. La
puerta de nuestra casa está siempre abierta.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. He tenido amigos en mi juventud que han desaparecido cuando la vida ha empezado a ir en serio, lo comprendo, no es una decepción, quizá volveremos a encontrarnos y nos emocionaremos en el reencuentro.
¿Es usted una persona sincera? No puedo ser sincera si mi
sinceridad ha de herir a otra persona. Hay sociedades como la iraní, que
conozco bien, donde la sinceridad no existe, está mal vista, una persona
sincera allí es una persona mal educada.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Disfrutando de la
vida en compañía, compartiendo momentos de felicidad.
¿Qué le da más miedo? Los
horrores de la guerra. No he vivido ninguna guerra pero desde pequeña sentí de
cerca el sufrimiento de mi madre cuando me contaba lo que ocurría durante la
guerra civil y luego he visto a mis amigos afganos aterrorizados.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La mentira flagrante, no las mentirijillas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Probablemente estudiar el
movimiento de las estrellas puesto que terminé una larga y difícil carrera de
física, especialidad física del aire.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Hago
ejercicio físico como obligación para mantener la salud. Una vez terminado, me
siento más optimista. En verano me gusta nadar en el mar, ahí sí que disfruto.
¿Sabe cocinar? Se cocinar y me gusta cocinar. He
pasado horas en las cocinas de Irán, Afganistán e India y he aprendido las
recetas que ahora hacen las delicias de mi familia y quien se siente a la mesa.
Experimentar con zumo espeso de granada o con leche agria de las estepas, da
resultados exquisitos.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Elegiría a Marie
Curie. Es considerada como la madre de la física moderna y fue galardonada con
dos premios Nobel, uno de Física (1903) y otro de Química (1911). Su lucha para
poder estudiar en la Polonia de finales del siglo XIX es fascinante.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor.
¿Y la más peligrosa? Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Matar, matar, no, ni
pensarlo, pero dar un buen puñetazo, sí.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Digamos que soy demócrata de izquierdas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Investigadora del genoma humano
o neurocientífica para curar enfermedades. Debe ser apasionante.
¿Cuáles son sus vicios principales? Si lo tuviera a mano
sería opiómana. No tengo otros vicios ni reales ni deseados.
¿Y sus virtudes? Aventurera,
constante, resiliente.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? No creo que tuviera
tiempo para imágenes, solamente intentaría sobrevivir. Las imágenes las tendría
si muriera en la cama, entonces en un flash haría un repaso de mi vida, activa
y plena, y me despediría de mis seres queridos.
T. M.