viernes, 8 de marzo de 2024

Cuando estaba prohibido una mujer con pantalones

De un tiempo a esta parte, el estudio del contexto sociohistórico de las pensadoras contemporáneas ha ido cobrando una notable fuerza bibliográfica. Sólo hace falta echar un vistazo a la mesa de novedades de los últimos meses para, por ejemplo, conocer “Una aventura terriblemente seria. La filosofía en Oxford de 1900 a 1960” (Paidós). Aquí, Nikhil Krishnan hacía un análisis de diferentes filósofos que deambularon por este rincón ilustre de Inglaterra y que enseñaron al mundo la importancia del lenguaje. Así, surgían en aquellas páginas autoras como Philippa Foot (creadora del famoso dilema del tranvía), Iris Murdoch o Elizabeth Anscombe, que teorizaron sobre el lenguaje desde el plano de la filosofía de la experiencia cotidiana.

Por otra parte, tuvimos al alcance “El cuarteto de Oxford. Cómo Elizabeth Anscombe, Philippa Foot, Mary Midgley e Iris Murdoch revolucionaron la ética” (Shackleton Books), de Benjamin Lipscomb. Por supuesto, el nexo común de todas ellas era ejercer el pensamiento o la docencia en un ambiente dominado por hombres. Y ahora se suma a ello “Animales metafísicos” (traducción de Daniel Najmías), una biografía coral escrita al alimón por dos profesoras de la Universidad de Liverpool. Un trabajo denso y magníficamente documentado que nos lleva a conocer la relación de esas mismas mujeres en el periodo 1939-1956 y su afán por replantear un acercamiento ético a una realidad marcada por la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.

Lo interesante es comprobar cómo estas filósofas fueron tomando partido, como Anscombe, que se opuso a que la universidad diera un título honorífico al presidente Truman, que había decidido bombardear Japón. “Era una espina que llevaban clavada desde hacía tiempo. Se había hecho famosa por ir a clase en pantalones, una prenda que, según los estatutos de la universidad, las mujeres tenían prohibido llevar”, leemos. “Esa tarde, los asistentes experimentaron un gran alivio cuando se puso de pie y vieron que debajo de la toga llevaba falda y medias”. Este tipo de anécdotas se mezclan con la exposición de cómo ese cuarteto anheló “reconocer que somos criaturas vivientes, animales, cuya naturaleza modela nuestra manera de seguir adelante”.

Publicado en La Razón, 20-I-2024