En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Laura Valenzuela.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál
elegiría? Cuba. Podría estar acuartelada allí, frente al mar, con la
familia y el acento que me falta. No me refiero a la Cuba actual, sino a la que
imagino, a la Cuba libre.
¿Prefiere los
animales a la gente? Prefiero
a la gente, sin duda. Con lo que me gusta hablar podría pegarme un tiro si tengo
que pasar una semana a solas con un perro. Ahora que lo dices, este tema podría
convertirse en una novela sobre la soledad que terminaría con un suicidio
exitoso.
¿Es usted
cruel? No. Debo decir
que a veces soy muy sincera. Algunas personas entienden que la sinceridad puede
ser una forma de crueldad y no estoy en desacuerdo.
¿Tiene muchos
amigos? Sí, un
montón. No sé si todos son tan amigos míos como yo de ellos. Menos para prestar
dinero (porque luego me da vergüenza cobrarlo) para todo lo demás, pueden
contar conmigo.
¿Qué
cualidades busca en sus amigos? Sinceridad,
lealtad y desinterés.
¿Suelen
decepcionarle sus amigos? No
es habitual, pero me han decepcionado alguna vez. Cuando esto sucede es porque
he esperado de una persona más de lo que puede dar. Eso solo puede ser culpa
mía. En cualquier caso, tengo una memoria selectiva que solo fija las muestras
de cariño. Lo demás se me olvida.
¿Es usted una
persona sincera? Sí.
Soy sincera fundamentalmente porque olvido las mentiras que digo y termino
delatándome. Intento controlar, sin demasiado éxito, la sinceridad excesiva.
Creo que puede ser dañina, maleducada, soberbia. Antes de soltar una bomba bajo
la bandera de la verdad, conviene analizar si lo que vamos a decir es necesario
y útil para el otro. En caso de no serlo lo mejor es callarse. Esta es la
teoría, de la práctica hablamos otro día.
¿Cómo prefiere
ocupar su tiempo libre? Escribiendo,
leyendo. Lo que sucede es que tengo dos niños, dos padres mayores, dos
empresas, y una causa por la libertad de Cuba. Cuando termino de atender todo
lo que tengo ya son las doce de la noche. La madrugada es, por tanto, mi tiempo
libre, y no es que a esa hora me apetezca ponerme a jugar al tenis. Bueno,
tampoco sé jugar al tenis.
¿Qué le da más
miedo? Todo,
absolutamente. Soy hipocondríaca, me aterran las enfermedades, los desastres
naturales. Cualquier grano en la piel de mis hijos podría ser un carcinoma.
También le tengo miedo al ridículo y al rechazo.
¿Qué le
escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Las guerras, la crueldad humana. Encima
de tener que lidiar con eventos desafortunados que no podemos evitar como las
enfermedades y los desastres naturales, tenemos que aguantar que vengan cuatro
bobos a amenazar a pueblos enteros con bombas, a pelearse por territorios, o a
matar gente. Me escandaliza el daño irreversible que pudo haberse evitado.
Si no hubiera
decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No he decidido ser escritora. Sin
embargo, no puedo parar de escribir. Parece más bien que ha decidido la
escritura que yo viva para ella. Si no escribo me revienta la cabeza. Lo que sí
he decidido es publicar lo que escribo. Pretendo que mis historias resuelvan conflictos
sociales, políticos, económicos. Ayudar a personas a través de la escritura es
mi objetivo personal. Con mi novela ¿Será esto la libertad? visibilizo
el sufrimiento de los cubanos que padecen los efectos de una dictadura en plena
ola represiva. Espero que lo lea todo el planeta Tierra.
¿Practica algún
tipo de ejercicio físico? Tengo
dos entrenadores personales a domicilio. Uno tiene cuatro años, el otro, uno. Son
muy exigentes. Estoy en los huesos y soy feliz.
¿Sabe
cocinar? Más o
menos. Pasamos a la siguiente pregunta.
Si el Reader’s
Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje
inolvidable», ¿a quién elegiría? Fidel
Castro.
¿Cuál es, en
cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Vida. Si estamos vivos, hay esperanza.
¿Y la más
peligrosa? La
misma. Si nos la quitan se jode todo.
¿Alguna vez ha
querido matar a alguien? En
la escritura, sí. En la vida real, no. He de confesar que me gustaría dejar
tuertos o cojos a unos cuantos.
¿Cuáles son
sus tendencias políticas? Estoy
siempre en la parte de la libertad.
Si pudiera ser
otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Millonaria
y rubia de nacimiento, para no tener que hacerme mechas.
¿Cuáles son
sus vicios principales? Vicios,
no recuerdo. Tengo un par de manías: arrancarme el pelo cuando estoy nerviosa y
hablar demasiado. Moriré por la boca y calva. Cuando me toque, mejor
crémenme.
¿Y sus
virtudes? La empatía,
soy capaz de ponerme en el lugar del otro. También soy humana y me hace muy
feliz ayudar a alguien.
Imagine que se
está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la
cabeza? Mi familia, la
cara de mis niños.
T. M.